Toluca, Edomex. 15 de agosto de 2017.- Alfredo del Mazo ha comenzado a asumir el control en la toma de decisiones y en el reparto de posiciones del poder público. En esa lógica se debe establecer la próximo asunción de Ernesto Nemer como dirigente estatal del priísmo mexiquense. El ascenso de Nemer simboliza un pago por su oficio político como estratega electoral. Eruviel y su grupo, entienden que la retirada es inevitable, y el autoexilio será una salida indecorosa frente a los agravios acumulados en la afrenta del Grupo Atlacomulco.
También la posición de Ernesto corresponde a una posición política a uno de los Golden boys más avezados en el círculo peñista: Luis Miranda Nava. Por el escritorio de Luis -uno de los principales impulsores de Del Mazo-, ha pasado la decisión de los dos últimos presidentes del priísmo: Carlos Iriarte y Ernesto Nemer. El coto de poder del partido quedará en la dominancia del hombre más cercano al peñismo, que por tener caduca su credencial de elector no pudo votar por Del Mazo.
Ernesto Nemer llega con el estigma de un dirigente perdedor, si se considera que su primera aventura electoral resultó un fracaso, cuando buscó fallidamente la alcaldía de Metepec en el año 2000. En aquella ocasión, Nemer se topó con la pared del efecto Fox, para dejar la presidencia municipal en manos del panista Marcos Álvarez Malo Bustamente. Seis años más tarde, su entonces cónyuge Carolina Monroy perdió la alcaldía en contra del petista Óscar González Yáñez, ahora bajo el supuesto efecto López Obrador. Fue hasta 2009, cuando Nemer consiguió ganar una diputación local, y tres años más tarde Carolina obtuvo la anhelada alcaldía.
En la fórmula partidista, sorprende la posible llegada de Cristina Ruiz como secretaria general del priísmo mexiquense. De pocas luces políticas, la naucalpense coincidió con Nemer en la legislatura local, donde trascendió una relación sentimental entre ambos. Ahora la vida política los volverá encontrar en la dirigencia priísta. Cristina ha sobrevivido al naufragio del PRI en Naucalpan gracias al arropo de Nemer. Hoy, Ernesto deberá concentrarse en que esa mancuerna sea reconocida en lo político, más allá del ámbito emocional.
El gran desafío del priísmo mexiquense se concentra en recuperar la primera fuerza política del estado, en la tierra natal de Peña Nieto. A la luz de los resultados recientes, pese al triunfo de Alfredo del Mazo, el partido con mayor número de votos en la entidad fue Morena y su candidata Delfina Gómez. La victoria delmacista pudo capitalizarse a partir de los subterfugios de su alianza con el Partido Verde, Nueva Alianza y Encuentro Social. El priísmo tendrá que ir cuesta arriba ante un escenario desolador, donde todas las encuestas lo posicionan en el tercer lugar de preferencia electoral para el año entrante.
Alejandra del Moral tuvo un discurso aguerrido y con soltura. Las arengas -aderezadas con groserías en contra de la oposición-, usadas durante la campaña delmacista, la hicieron ver con arrojo en su fugaz paso como dirigente estatal priísta. Sin embargo, sus resultados la reprueban. En el duelo cara a cara, el PRI perdió frente a Morena, y en el último de los casos, ni siquiera fue capaz de ganar la elección en su natal Cuautitlán Izcalli, de donde ya fue alcaldesa. No obstante, Del Moral tendrá asegurada una posición en el gabinete delmacista, como una posición política a favor del canciller Luis Videgaray, y bajo el auspicio del exgobernador César Camacho, jefe político de su esposo, Paul Ospital.
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