Toluca, Edomex. 16 de febrero de 2018.- El Salario Rosa fue una estrategia de mercadotecnia electoral, que en su momento impulsó la candidatura de Alfredo del Mazo para ganar la gubernatura, en una contienda cerrada frente a la morenista, Delfina Gómez. El famoso programa social fue diseñado como un artilugio electoral por encima de su alcance asistencial o su viabilidad financiera. Por esa razón, no existen condiciones para su ejecución ni para cumplir las expectativas de quienes aspiran ser beneficiarias del mismo.
A lo largo de la campaña electoral, los activistas delmacistas repartieron millones de tarjetas rosas bajo la promesa de que las amas de casa recibirían un salario como retribución a sus labores domésticas. En todo el Estado de México, apenas un puñado de 111 mil mujeres serán quienes reciban el beneficio. El descontento social al partido en el poder se agudiza ante la falta de cumplimiento de la principal promesa de campaña del gobernador en turno. Con esa afrenta el priísmo mexiquense irá a las urnas en julio próximo.
El Salario Rosa es además uno de los programas más populistas de los que se tenga memoria. La promesa de campaña, hoy convertida en una política pública, incide en un ámbito emocional a favor de mujeres de escasos recursos dedicadas a labores domésticas. No hay de por medio una proyección de mediano plazo para que las familias beneficiarias superen su condición de pobreza, o indicadores de evaluación de la eficacia del programa. El propósito del salario rosa se reduce en regalar dinero a las clientelas electorales más cautivas del priísmo.
Bajo esa premisa, Del Mazo busca asumirse como el gobernador de las mujeres, aun cuando el salario rosa beneficiará a menos del dos por ciento de la población femenina del Estado de México. Sin duda, las políticas públicas que impulse el delmacismo a favor de las mujeres, debe incidir en otras prioridades como la protección de su integridad, el impulso de la equidad de género y generar condiciones de bienestar, empleo, salud y educación. Regalar dinero a un reducido grupo no resuelve la suerte de vulnerabilidad de millones de mujeres.
En resumen, el populoso salario rosa ha resuelto una elección reñida que favoreció reducidamente al priísta Alfredo del Mazo. Sin embargo, no puede tratarse de un programa asistencial insigne que venga a resolver la condición de pobreza de las familias mexiquenses. Para variar, las clases medias son relegadas de las políticas públicas gubernamentales. Y a cuatro meses de la elección presidencial, lo que hace un año les dio para ganar una elección pudiera tener un resultado a la inversa.
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