Toluca, Edomex. 5 de septiembre de 2016.- En las elecciones de 2011, el PRI salió victorioso en el Estado de México y Coahuila, como catapulta irreversible del resultado de los comicios presidenciales de 2012. Los activos de los gobernadores en turno, Enrique Peña Nieto y Humberto Moreira, fueron enclaves del triunfo priísta. A la distancia, ambas entidades que jamás han conocido la alternancia electoral, penden de un hilo como corolario del desgaste y el descrédito del peñismo y del moreirismo entre mexiquenses y coahuilenses.
El desgaste del poder político, advierte un escenario complejo en las elecciones del año entrante. Una eventual derrota en Estado de México o Coahuila sería una debacle de dimensiones mayúsculas, como síntoma de la posible derrota priísta que podría avecinarse en 2018. El barco se hunde, y el sueño de Atlacomulco por llegar a Los Pinos ha comenzado a convertirse en pesadilla. El gobierno peñista no encuentra la brújula y los tumbos de las últimas semanas ahondan un escenario sombrío para los comicios por delante.
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La renuncia tan anunciada y solícita de Luis Videgaray de la Secretaría de Hacienda, por su responsabilidad en la desafortunada visita de Donald Trump a México y su encuentro con Enrique Peña, es un escenario indeseable para los aspirantes mexiquenses a la gubernatura. Del Mazo, Iriarte, Ana Lilia, Manzur y Carolina, saben que una salida de Videgaray podría acompañarse de ungirlo como candidato a gobernador. El sueño presidencial del titular de Hacienda se desmorona, y no ve con malos ojos suceder a Eruviel para el año entrante.
Luis Videgaray es el hombre que más influye en el peñismo. Sus alfiles políticos se encuentran en sitios clave: Aurelio Nuño, Pepe Meade y Enrique Ochoa. Sin embargo, el yerro por la visita de Trump ha agravado sus diferencias con el Grupo Hidalgo que encabeza Miguel Ángel Osorio, y también del salinismo, ante la indiferencia mostrada con la canciller Claudia Ruiz Massieu. El secretario de Hacienda se ha convertido en un chivo en cristalería, capaz de despedazar las instituciones, la diplomacia, el peso mexicano y hasta el precio de la gasolina.
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Primero nos recetaron cientos de espectaculares de Alfredo del Mazo Maza bajo pretexto de su informe de labores legislativas. Luego debimos observar y escuchar cientos de miles de spots de Enrique Peña, anunciando lo que a su decir eran cosas que “casi no se cuentan, pero cuentan mucho”, relatando una realidad que para muchos mexicanos resulta lejana, inverosímil o una farsa. Pero para rematar el mes de septiembre, faltarán los miles de spots que podrá difundir Eruviel Ávila con motivo de su quinto informe de gobierno.
Lo importante será distinguir si los infomerciales que nos lance dentro de poco Eruviel Ávila tendrán un corte institucional sobre su quinto año de gobierno, o bien se convierten en la plataforma de su aspiración presidencial. En el fondo, lo que prevalece es una autoridad electoral permisiva frente al poder político, cuyos gobernantes ejecutan acciones en el límite de la legalidad para pagar con dinero público una promoción personal con fines anticipados de campaña. Los subterfugios legales lo posibilitan, y las instituciones lo legalizan.
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