Toluca, Edomex. 03 de agosto de 2018.- El mayor reto que afronta el gobierno de Alfredo del Mazo, reconocido por el priísta desde su campaña electoral, es la inseguridad que aflige a los mexiquenses. A casi un año de mandato, la incidencia delictiva no cede. Las cifras de robos, homicidios, secuestros y violaciones siguen en incremento. Ahí se concentra el principal reclamo, y en gran medida, las cuentas pendientes de cara a su primer informe. La delincuencia común y el crimen organizado siguen vigentes en las estadísticas.
A pesar de un decálogo de buenas intenciones y la reactivación de la Secretaría de Seguridad Ciudadana, en la estrategia contra la delincuencia no se advierte un cambio en la estrategia. Más allá de los cambios en los mandos superiores que se habían enquistado en el control de la policía preventiva, tampoco se generan ajustes tangibles. Tanto en la maniobra mediática como en la discursiva, todo apunta a que se busca voltear a otros temas de interés.
A partir del mes de enero entrante, el gobierno delmacista sostendrá una nueva composición política, que exigirá de una acción más tangible. Por un lado, desde el gobierno federal, Del Mazo deberá comportarse como un opositor; al tiempo de vincularse con una reactivada Secretaría de Seguridad Pública Federal. Por otra parte, a nivel municipal, el mando único que actualmente prevalece con varias policías locales, deberá relacionarse con ayuntamientos en manos de la oposición.
Lo cierto es que el combate a la delincuencia no puede estar sujeto a los vaivenes políticos ni a los ajustes institucionales que ha dejado la pasada elección. Del Mazo tiene la obligación de regresar la paz social al estado. La inseguridad azota particularmente en zonas urbanas, y se ha convertido en el principal problema, ya sea por percepción social o por la estadística criminal. La realidad ha rebasado a las instituciones en las últimas dos décadas, y todo parece quedarse en un asunto de atención durante las campañas electorales, pero sin resultados en el ejercicio del poder.
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Muchos hablan de la responsabilidad de Ernesto Nemer en la debacle electoral. Sin embargo, Alejandro Ozuna Rivero, secretario general de gobierno, es uno de los principales responsables de la derrota electoral priísta en el estado. Alfil de Luis Miranda en el gobierno delmacista, ha recibido “fuego amigo” de otros exgobernadores que pretenden arrebatar esa posición de privilegio. Sin embargo, Ozuna parece firme en su posición, y deberá ser el enclave de operación política para garantizar la gobernabilidad con la mayoría aplastante de Morena en la Legislatura Estatal.
Otro de los hombres sobre quien recaerá la operación política será Elías Rescala Jiménez, subsecretario general de gobierno. Uno de los hombres más cercanos a Del Mazo, desde su alcaldía en Huixquilucan, deberá asumir un protagonismo necesario, para reivindicar la gestión delmacista. Elías ha rebasado muchas veces a Ozuna en la toma de decisiones, e incluso en la ascendencia que pretende asumir sobre otros integrantes del gabinete, o hacia la clase gobernante del priísmo. No hay que perderlo de vista.
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