Toluca, Edomex. 01 de mayo de 2017.- La imagen de Alfredo del Mazo ha comenzado a sustituirse de espectaculares, vallas y parabuses. Han reemplazado la fotografía delmacista con la mano empuñada, por una imagen más fresca y casual. Enfundado en un traje oscuro y camisa blanca. Sin corbata y bajo la promesa de ir con “mano dura contra la delincuencia”. En otros, Alfredo del Mazo está acompañado con mujeres, abrazado y con la propuesta del “salario rosa” que arropa al sector femenino. La mano empuñada se conserva en el imagotipo de forma más reservada, con el slogan “fuerte y con todo”.
Ante la alta y profunda desaprobación que enfrenta el priísmo a nivel nacional, desde la campaña delmacista se pretende atemperar el voto antisistema a través de sus aliados políticos. Desde el Partido Verde, Nueva Alianza y Encuentro Social se pintan bardas sobre el hartazgo social, la corrupción gubernamental y la desatención médica que convocan a votar por Del Mazo. No sólo es un artilugio, que oculta la imagen y los colores priístas, también es una estratagema para justificar los gastos de campaña y la fiscalización por delante.
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En un plazo de dos semanas, Alfredo Barrera Baca asumirá el cargo de rector de la Universidad Autónoma del Estado de México. Al interior de la comunidad universitaria, está por definirse los grupos políticos que asumirán la toma de decisiones de la próxima gestión. En una tradicional lucha de empoderamiento, se debe sopesar el juego de tres facultades: Derecho, Ciencias Políticas y Veterinaria, que han dominado los gabinetes de los últimos años. A pesar de ser un espacio autónomo, nadie perder de vista esa lucha de poder.
A propósito del ascenso al poder del propio Barrera, se debe contemplar el papel de la facultad de ciencias de la conducta. Alfredo admitirá un gabinete de transición, donde se incluyan algunos de los colaboradores de Jorge Olvera, pero también deberá incorporar a su propio grupo político. En los tiempos que vive el Estado de México, Barrera deberá evitar que la elección de gobernador contamine su ascenso al poder sucesorio de la rectoría universitaria.
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Toluca calificó a la liguilla. Hernán Cristante regresó al cuadro escarlata a la fase final pero con una amplia incertidumbre. Los diablos rojos siguen con el festejo de su centenario pero con una temporada de altibajos. Sus jugadores clave han sido responsables de sus malos juegos: Talavera y Sinha ayer enterraron la posibilidad de recuperar el liderato. Cristante no es un director técnico de suficiente experiencia, a su favor cuenta con el cariño de la afición, y nada más.
Esa afición toluqueña ayer mostró su malquerencia. Catalogada como la más villamelón del país, despidió a sus diablos entre abucheos, por un juego para el olvido. Con la calificación a la liguilla, ahora la afición brotará hasta de las alcantarillas, hasta en tanto les dure el sueño de alcanzar otro campeonato. Cristante sabe que jugará con la amenaza de convertirse en héroe o villano. Por mientras, Toluca no convence porque ha comenzado a “cruzazulearla”.
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