Toluca, Edomex. 11 de junio de 2014.- En un periodo de 18 meses, el Presidente Enrique Peña Nieto ha visitado el Estado de México, su tierra natal en 15 ocasiones. Es sólo detrás de Guerrero –con 20 giras- la entidad más visitada por el priísta en lo que va de su gestión de gobierno, con la salvedad que sus giras por la costa se han concentrado en la zona de desastre por el Huracán Ingrid registrado en septiembre de 2013. Lo que exhibe que es la entidad mexiquense la prioridad política, económica y social del peñismo.
El exgobernador de la entidad, tiene claro la importancia del Estado de México en el terreno electoral. El año entrante, aquí se disputarán 40 diputaciones federales de las 300 que estarán en juego, y dependiendo de los resultados en territorio mexiquense, se podrá establecer su entramado en el reparto de legisladores plurinominales. Ahí se explica en gran medida la recurrente presencia de Enrique Peña en el estado, el mismo que gobernó entre 2005 y 2011.
Lo que parece ya no avanzar es el eventual relevo en el PRI mexiquense. El remplazo tan anunciado de Raúl Domínguez Rex se ha desvanecido conforme avanzan las semanas. En la medida que se acerque el tercer informe de Eruviel Ávila, se ve cada vez más reducido cualquier cambio en el gabinete eruvielista, salvo el año entrante cuando se dé una desbandada en razón de quienes aspiran a algún cargo de elección en los comicios intermedios.
El gran tema que quita el sueño a los legisladores es el entramado que implica la integración del Consejo General del Instituto Electoral del Estado de México. El ungimiento vendrá directamente del INE, cuya comisión la encabeza Marco Antonio Baños –muy vinculado al priísmo-, pero ello no necesariamente garantiza que la balanza favorezca al partido en el poder tanto en Los Pinos como en la entidad mexiquense. La gran apuesta está en que algunos de los consejeros actuales busquen reelegirse en el nuevo consejo.
El asunto no es menor. El panismo que dirige Gustavo Madero fue quien propuso quitar el control de los órganos electorales a los gobernadores, y a partir de esa circunstancia reducir su margen de maniobra en comicios locales. Por ahora, no se sabe bien cómo operará el “Frankenstein” que crearon en torno al Instituto Nacional Electoral, el cual por cierto no tiene candados para prohibir al menos de entrada la reelección de los consejeros electorales locales.
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