Francisco Ledesma / El escenario controlado
Alejandra del Moral ha entrado en una burbuja. En el cuarto de guerra de su campaña electoral, le han recomendado iniciar una estrategia que le permita conectar con todo tipo de audiencias; por encima de la conexión natural que tiene con quienes tienen un interés permanente con el acontecer político. Sin embargo, se trata de construirle escenarios controlados que no la pongan en estado vulnerable frente al desgaste que implica cualquier campaña electoral.
De ahí, la candidata priísta a la gubernatura mexiquense ha otorgado dos entrevistas a comunicadores de Televisa que se ajustan a su estrategia de comunicación electoral, que la hacen ver como una política desenvuelta y sin simulaciones; de una nueva generación y que, más allá de su propuesta y sus promesas, busca contrastar sus virtudes respecto de Delfina Gómez.
Lo realmente prioritario es que Alejandra se conozca entre la audiencia donde la texcocana podría no conectar; sin que importe que las preguntas a modo las tenga que leer en su teléfono celular el Burro Van Rankin, ni tampoco que Martha Debayle desconozca el nombre de su entrevistada a quien menciona como Alejandra del Rosal. El escenario controlado también tiene su margen de error.
Con El Burro, Del Moral pretende comunicarse con un auditorio de jóvenes irreverentes desinteresados en la política; mientras Debayle alcanza su mejor audiencia, entre amas de casa de un estrato económico medio alto y alto. En ambas entrevistas, Alejandra maneja elementos comunes que pretenden dejar mensajes de contraste hacia Delfina, y del porqué votar por ella en la elección.
Es recurrente que Del Moral insista en que es malhablada, es independiente, expresa que le gusta el tequila y la bohemia, sobre todo la música de banda; y hasta se toma una copa de vino y se echa un palomazo para que no se vea que todo está armado; aunque la repetición del mensaje, emite todo lo contrario.
Alejandra se desmarca del PRI, una y otra vez. Desde el war room, se advierte que si Del Moral se estanca en las encuestas, es resultado del desgaste público que enfrenta el priísmo entre los votantes. Entonces, los entrevistadores siembran preguntas para que la izcallense se asuma como una candidata que pretende aliarse con la ciudadanía; que si está en el PRI, es en función de la democracia partidista, y sólo se trata de una herramienta para poder ser candidata. ¡Ah, y que lo peor del PRI, ya no está en el PRI, sino en Morena!
Como tercer factor de las entrevistas, Alejandra insiste en que respeta mucho a Delfina, pero que resulta necesario poder entablar debates que permitan contrastar ideas, propuestas, perfiles, pero que a la morenista no la dejan.
El Burro y Debayle, preguntan sorprendidos, ¿pero, quién no la deja? Alejandra responde que no sabe, que su círculo cercano; que a su insistencia sobre los debates le han contestado Horacio Duarte e Higinio Martínez, pero que Delfina sólo guarda silencio. Y los interlocutores rematan, “señores de Morena, dejen que debatan, que se echen un tiro, que conozcamos las propuestas de ambas”.
Del Moral está en campaña, ha entendido su rol. Y en adelante, buscará conectar de la mejor forma con diversas audiencias, pero con el mismo mensaje; aunque sacudirse al PRI no le será tan sencillo, mucho menos en el Estado de México.
En el equipo de Delfina el escenario es todavía más cerrado, porque valoran en simplemente no exponer a su candidata, ni siquiera a los escenarios controlados que hoy enfrenta Alejandra, porque cualquier desliz pudiera ser usado en su contra; y la maestra ha aprendido a sortear entrevistas, pero no puede divorciarse de la timidez, y de las limitaciones discursivas en plena campaña.
La tenebra
Alejandra tuvo que salir al quite de los errores que cometen sus aliados electorales. En sus redes sociales presentó a su mascota, una perrita de nombre Colette, a quien se refirió como quinta integrante de la familia. La mejor estrategia es que a Juan Pedro García -hoy operador político de los panistas- le apaguen el WiFi de aquí y hasta el lunes 5 de junio.
