Francisco Ledesma / El AIFA, un triunfo político
La inauguración del Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles (AIFA) en Santa Lucía se ha convertido en un triunfo político por encima del impacto estructural de la obra, para el gobierno que encabeza el presidente, Andrés Manuel López Obrador; y se ha erigido en un golpe de autoridad frente a sus adversarios.
Sin entrar en los detalles técnicos o funcionales del proyecto, López Obrador tuvo la capacidad de inaugurar -aunque inconclusa- una de sus tres principales obras de infraestructura, y con ello, ha sepultado la terminal aérea de Texcoco, que en los hechos puede decirse canceló en tres diversos momentos.
En el lejano 2002, cuando Vicente Fox determinó suspender el decreto expropiatorio de su plan aeroportuario; López Obrador -como jefe de gobierno del DF- arropaba al Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra (FPDT) que lideraba Ignacio del Valle. La suspensión del proyecto significó el mayor fracaso estructural del sexenio foxista, que evidenció una investidura presidencial vulnerable frente a la presión social que se ejercía desde San Salvador Atenco.
En octubre de 2018, a escasos meses de haber ganado la elección presidencial y con Enrique Peña aún en el poder; el hoy primer mandatario ejecutó una consulta ciudadana sin rigor técnico ni legal, para legitimar una decisión que ya tenía tomada desde su campaña electoral: cancelar el aeropuerto de Texcoco.
Y ahora, al poner en marcha una terminal aérea en proceso de construcción, genera la percepción de haber construido un aeropuerto en tiempo récord; aunque en los hechos, seguirá su edificación, mientras afianza que las aerolíneas oferten aquí sus vuelos comerciales con destinos nacionales e internacionales.
Como estocada final, ha resuelto declarar área natural protegida al exlago de Texcoco, para dar carpetazo a cualquier intento futuro por reactivar el aeropuerto impulsado desde hace tres décadas en el oriente del estado.
López Obrador ha dado lecciones, de nueva cuenta, para marcar la agenda pública en torno al AIFA. El debate se ha concentrado más allá de su funcionalidad técnica, en una serie de aspectos clasistas que deslegitiman el debate, y reivindican la causa lopezobradorista sobre primero los pobres.
El triunfo político de Andrés Manuel radica en una construcción que le llevó 30 meses, frente a la falta de malicia de sus opositores que, bien pudieron acelerar el paso en Texcoco, y haber inaugurado una primera fase antes de la elección de 2018, para evitar la tentación de cancelar un proyecto que nació fallido.
Hoy, López Obrador puede presumir que en su gobierno -y su presunción de combate a la corrupción, aunque no se demuestre- han logrado una obra de infraestructura no vista en los últimos treinta años, más allá de la cancelación de Texcoco y la interminable construcción del Tren México – Toluca.
Su triunfo político se consolida frente al arropo que ha recibido de los últimos bastiones priístas: Alfredo Del Mazo -Estado de México- y Omar Fayad -Hidalgo-, ante la conveniencia de un aeropuerto que territorialmente les favorece.
López Obrador ha conseguido imponer su toma de decisiones, muy por encima de quienes se oponen a su mandato; y reivindicar la figura presidencial como eje del régimen político es su mayor logro en tres años de mandato.
Hasta ahora, los triunfos obradoristas enunciaban un legado ideológico sobre combate a la corrupción, un nuevo sistema económico, una constitución moral, pero de ahora en adelante, el AIFA será su mayor legado tangible, y eso también mantiene vigente un discurso favorable para su gobierno de austeridad.
La tenebra
Los últimos bastiones priístas, son más obradoristas que Sheinbaum.
