Francisco Ledesma / El panismo también tiene «otros datos»
Enrique Vargas busca aceleradamente convertirse en el candidato de la coalición prianista por la gubernatura del Estado de México el año entrante, aun cuando el PAN tiene un alcance de 900 mil votos, lo que representa la mitad del casi millón 800 mil sufragios que tiene como promedio el priísmo mexiquense durante los últimos quince años, en todo tipo de elecciones locales y federales.
En esencia, la estrategia de Vargas plantea ser el perfil más competitivo de la oposición a la 4T, y desde esa circunstancia, insiste en explorar el método morenista de realizar encuestas, porque ahí, el panismo tiene “otros datos”.
El exalcalde de Huixquilucan alista su enésimo destape por la gubernatura del Estado de México en un evento que realizará el domingo 21 de agosto, en la ciudad de Toluca, cobijado con la Plana Mayor del panismo nacional, pero cuya trayectoria personal y política de algunos acompañantes transita por el fracaso y la derrota electoral; lo cual contraviene el afán de presentarse como el liderazgo más competitivo de 2023, y desnuda la realidad blanquiazul.
Entre los convocados aparece Santiago Creel, quien perdió la jefatura de gobierno del extinto Distrito Federal en el año 2000, contra el hoy presidente, Andrés Manuel López Obrador, y enemigo a vencer del prianismo. En añadidura, Santiago fue derrotado por Felipe Calderón -quien hará vacío al panismo-, en la contienda interna para definir la candidatura presidencial del 2006.
También se presume la presencia de Marko Cortés, el dirigente nacional del PAN, quien fallidamente compitió por la alcaldía de Morelia. Fue derrotado en dos ocasiones, en noviembre de 2011 -en una elección que resultó anulada-; y tres meses más tarde, le repitieron la dosis, frente al priísta, Wilfrido Lázaro.
Se ha anunciado la asistencia de Josefina Vázquez Mota, el tercer lugar de la elección presidencial de 2012, superada por el priísta, Enrique Peña Nieto; y el todavía perredista, López Obrador, en una campaña diferente para el olvido.
Por si fuese poco, Vázquez Mota todavía fue artífice del mayor fracaso electoral del panismo en una elección de gobernador en 2017, cuando fue arrastrada a un cuarto lugar -hace apenas cinco años-, rebasada por Alfredo Del Mazo, Delfina Gómez y Juan Zepeda. Esa es la estadística tangible más reciente de la que tiene memoria y registro el votante, y también el PRI mexiquense.
La carrera de Vargas, sin embargo, comenzó con un descalabro electoral. En 2009, formaba parte de la planilla que encabezaba Claudia Sánchez Juárez por la alcaldía de Huixquilucan. Pese a la derrota, se convirtió en regidor de oposición durante la presidencia municipal de Alfredo Del Mazo, hoy gobernador del Estado de México, y a quien pretende suceder, arropado por el partido que en principio buscó vencer. Su oficio político hoy lo ha puesto en otro lado de la historia.
En los últimos seis años, Enrique Vargas ha logrado consolidar su ascendencia política en el panismo que, como no ocurría desde hace 23 años, sólo presenta una alternativa como eventual candidato a la gubernatura; lo que denota más allá de un liderazgo único, la carencia en la formación de cuadros renovados.
Al PRI no le lleva prisa, mueve sus piezas, promueve sus aspirantes y agota los tiempos del convenio electoral, para forzar la determinación de sus condiciones.
En la mesa de negociación para construir la alianza electoral, lo que tendrá una mayor validez, será la evidencia de los votos, y ahí, el PAN tiene muy pocos argumentos para construir su candidatura; sin importar las encuestas que responden a una simple justificación: el panismo dice tener “otros datos”.
La tenebra
¿Y si luego quiere dejarnos a su esposa otros seis años?
¿Se imaginan a Juan Pedro García, Paco Santos o Teresa Castell en el gabinete?
