Francisco Ledesma / El Grupo Atlacomulco se aferra al poder
Atlacomulco se resiste a morir. El Grupo Atlacomulco, identificado como el círculo de actores políticos con orígenes en este municipio al norte del Estado de México, ha mostrado una longevidad que le ha permitido gobernar por casi ochenta años la entidad más poblada del país; y cuya prevalencia ha sobrevivido a la docena trágica panista y busca afrontar la aplanadora morenista a nivel nacional.
En la semana que concluye, Marisol Arias rindió protesta como alcaldesa de Atlacomulco, lo que significó el regreso del PRI al gobierno municipal, desde cuyo epicentro la clase política priísta mostró la unidad de quienes se han asumido como propietarios del poder público, y buscarán reivindicar su hegemonía.
Dos exgobernadores presentes: Arturo Montiel -nacido en esta tierra- y Emilio Chuayffet -alguna vez diputado federal por esta región-.
Los ausentes con representantes claros: Por Enrique Peña -su hermano Arturo Peña-; además de Héctor Velasco, y Jesús Alcántara, suplente del expresidente, cuando fue diputado por su pueblo natal. Por César Camacho -Fernando Alberto García Cuevas -suplente en la fallida candidatura al senado en 2018- y Jaime Vázquez, su secretario general de gobierno-.
Del Mazo Maza, actual gobernador, entiende el valor simbólico de esta tierra, con orígenes familiares en este municipio. Su abuelo nació en Atlacomulco.
Eruviel sin presencia, por ser quizá la única figura ajena con este grupo dominante, y que gobernó por un accidente amenazante en el sexenio pasado.
Un gran puñado de la clase gobernante se dio cita en su tierra natal, en la de sus padres y abuelos: Marcela Velasco, Carolina Monroy y Evangelina Lara.
Aquí, en el mismo terruño que nació Isidro Fabela, y cuyo gobierno marcó un clivaje en la vida pública del Estado de México, a favor de los Montiel, los Monroy, los Sánchez Colín, los Del Mazo y los Peña. Con cerca de 100 mil habitantes, se erigirá como el centro de batalla de la próxima elección.
Paradójicamente para el PRI mexiquense, de los aspirantes hoy más mencionados para suceder a Del Mazo, ninguno nació en Atlacomulco. La única posible encartada es Carolina Monroy -prima del gobernador- sin cargo que la mantenga activa, salvo la ascendencia que impregnará en Metepec.
Tras las elecciones de junio pasado, hay dos actos que simbólicamente identifican la unidad del priísmo para afrontar la batalla electoral del 2023. Por un lado, el cónclave que sostuvieron con alcaldes electos -convocados por Del Mazo- y con la presencia de Eruviel, Camacho y Montiel; y ahora, el retorno del priísmo al Palacio Municipal de Atlacomulco, luego de un receso morenista, que representó la derrota más dolorosa para las élites políticas mexiquenses.
Aquí, las formas importan; cada vez resulta más notorio la presencia de exgobernadores en actividades del partido, y en actos políticos que revistan mayor relevancia para mantener el poder que han construido y heredado.
Hoy, el PRI se ha recuperado de la terapia intensiva, y todos los aspirantes quisieran un milagro del señor del huerto; y el beneplácito de la clase política de Atlacomulco para transitar hacia la candidatura a gobernador.
Mientras Morena, tiene una gran posibilidad en que su candidato a la gubernatura emerja de Texcoco; y en el PAN, se financian aspiraciones desde Huixquilucan; está claro que, el PRI deberá apostar por reivindicar al Grupo Atlacomulco como el régimen más apabullante del último siglo.
El Grupo Atlacomulco, entendido como ese entramado de componendas políticas entre quienes han gobernado el Estado de México, se aferra a la vida, o mejor dicho, al poder.
La tenebra
Faltan quince días para que inicien funciones los nuevos presidentes municipales, y desde ahora, ya hay quienes piensan en la reelección. Y también, en una muy adelantada aspiración electoral, hay futuros secretarios del ayuntamiento y hasta presidentas del DIF municipales, que piensan en la sucesión de 2024.
