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Francisco Ledesma / El florero priísta

La figura del delegado del PRI en el Estado de México siempre ha sido un cargo decorativo, una designación simbólica de reconocimiento con algunos exgobernadores, provenientes de estados en los que el priísmo mexiquense ha forjado componendas políticas que impulsan la prevalencia del poder público, incluida la disputa de la presidencia de la república hace casi una década.

Es un despacho que carece de responsabilidades políticas o electorales. Tiene una nula estructura administrativa o burocrática. Su labor consiste en tener una visión menos viciada entre los grupos políticos locales, con el propósito de concitar intereses y evitar fracturas entre los liderazgos sociales y regionales.

En la lejana elección de 2005, el delegado del PRI en la entidad era el hidalguense, Jesús Murillo Karam -hoy defenestrado por encabezar la investigación sobre la desaparición y muerte de 43 estudiantes de Ayotzinapa-.

Cuando Enrique Peña era candidato a la gubernatura; Murillo era el delegado del PRI nacional, entonces encabezado por Roberto Madrazo. El exgobernador de Hidalgo tuvo su participación política más importante cuando exhibió un video que mostraba al candidato panista, Rubén Mendoza robándose distintos artículos como pelotas, playeras y gorras de la campaña priísta, para repartirlas entre sus simpatizantes; mientras arengaba en contra del candidato atlacomulquense.

Más allá de esa conferencia de medios, celebrada a la mitad de la campaña; y que cimbró la ventaja electoral que presumía Mendoza, poco se puede rememorar de Murillo respecto de su presencia en la campaña mexiquense.

Seis años más tarde, con Eruviel Ávila como candidato a gobernador, en la antesala de la campaña electoral -abril de 2011- fue designado Miguel Ángel Osorio Chong como delegado en el Edomex, en sustitución de Enrique Martínez y Martínez. Otro hidalguense asumía la encomienda del PRI nacional, un partido entonces presidido por otro coahuilense, Humberto Moreira.

A Osorio le tocó la difícil encomienda de hacer equipo con Luis Videgaray, quien fungía como dirigente priísta y coordinador de campaña. La áspera relación entre ambos, se extendería hasta el sexenio presidencial de Peña Nieto.

Lo cierto es que, de Miguel Ángel Osorio poco se atinaría a recordar en la campaña electoral eruvielista, más allá de su presencia en actos protocolarios.

Tanto Murillo como Osorio Chong -ambos hidalguenses- aparecieron en el gabinete presidencial que encabezó Enrique Peña de 2012 a 2018.

Para 2017, el exgobernador de Durango, Ismael Hernández Derás, fue el delegado del PRI en la campaña delmacista. Sin muchas luces, avaló sin cortapisas las decisiones de la dirigente estatal, Alejandra del Moral; mientras hacía interlocución con la presidencia nacional de Enrique Ochoa. Tras la victoria en el estado, el duranguense fue designado como dirigente nacional de la Confederación Nacional Campesina, organización priísta afín al sector agrario.

En el sexenio actual, la delegación tricolor parece haber caído en un abismo, bajo la designación de otro hidalguense, Jorge Rojo, de bajo perfil y nulo protagonismo. Hoy defenestrado por Moreno por absoluta desconfianza.

Para este viernes, se ha anunciado que, Ana Lilia Herrera finalmente se sumará a la cargada priísta a favor de Alejandra del Moral, al ser designada delegada del PRI en el Estado; a pesar de tener nula incidencia en la toma de decisiones.

En un hecho inédito, alguien del mismo estado sería designada como delegada del PRI nacional, con un alto grado de subjetividad respecto de la futura campaña electoral; y con una profunda fractura con relación a quien, eventualmente será la candidata a la gubernatura estatal.

No obstante, las posiciones que parecía intransigentes podrían haber cedido en el ego personal, e imaginariamente, presumir la unidad partidista hasta ayer inalcanzable. Pero no se puede esperar, ni mucho menos exigir, una posición de delegada que asuma un rol protagónico, cuando los estatutos partidistas y las reglas no escritas no lo contemplan. El despacho de delegado en la sede priísta se asemeja a un florero en la sala de la casa.

La tenebra
De confirmarse la designación de Ana Lilia Herrera como delegada del PRI en el Estado, entonces sí se rajó y sí se bajó. Aquí sí se rindieron. Por más que creyeron no fue posible. Y pese a las reuniones sociales, los anuncios espectaculares y las bardas pintadas, no hicieron que sucediera. Los hashtags quedarán como un buen anecdotario.

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