Francisco Ledesma / Un partido al servicio de una ambición
En la semana que concluye, Alejandra del Moral ha volcado sus esfuerzos para que la clase gobernante, las élites políticas y la comentocracia le reconozca sus dos años como dirigente del priísmo mexiquense; y con ello, alentar sus aspiraciones de convertirse en candidata a la gubernatura del Estado de México.
En una regla no escrita, podríamos advertir que, tras el cuarto informe del gobernador Alfredo Del Mazo, se dio el banderazo de salida para que todos los aspirantes priístas promuevan sus perfiles, posicionen sus nombres y transiten en una especie de precampaña electoral; si fuese el caso, la competencia sería desigual, en tanto que, Del Moral tiene a su servicio la estructura del partido, lo que le permite tener un gabinete en pleno para difundir su imagen día y noche.
De suerte que, el gabinete priísta descuida las funciones propias del partido, para dedicarse de lleno a encaminar sus acciones en la aspiración de Alejandra.
En esa lógica, por ejemplo, Alán Gutiérrez del Río, busca incidir en los 125 comités municipales para difundir en redes sociales el nombre, las acciones, los discursos y las propuestas de Alejandra del Moral. El pasado 30 de noviembre, promovió el hashtag #2AñosDeResultados; y en cada oportunidad, busca resaltar la figura de la diputada priísta, por encima del partido en el poder.
Desde la Secretaría de Prensa, Del Moral difunde sistemáticamente comunicados de medios que promueven su imagen, incluso con mayor frecuencia que cuando estaba en campaña; y para el año entrante, ejecutará desde la Secretaría de Organización la renovación de los comités seccionales y municipales, cuando esté por definirse la candidatura para la gubernatura mexiquense.
El gabinete, los sectores y las organizaciones al servicio de una ambición personal; mientras el resto de aspirantes, juegan con sus propios recursos, ya sea para pagar por quien maneje su imagen en redes sociales; o promueven sus paseos por los Portales de Toluca; y hasta organizan sus reuniones en secreto.
Lo cierto es que, la experiencia dicta que no es una buena idea utilizar la dirigencia del partido como catapulta por candidaturas superiores.
Salvo Arturo Montiel, que brincó de la presidencia priísta a ser candidato a gobernador, mediante una consulta a la base y el control de la estructura partidista; hay al menos cuatro casos, que son ejemplo de fracaso descomunal.
Por un lado, Isidro Pastor, quien buscaba agotar las instancias del partido y obligar a una consulta a la base, fue expulsado del PRI, frente a una candidatura ya decidida, y que favoreció en su momento a Enrique Peña Nieto.
Por otra parte, Roberto Madrazo, quien controló el proceso interno desde su posición de dirigente, y terminó en el tercer lugar de las elecciones presidenciales de 2006.
Los últimos dos dirigentes estatales que quisieron ser candidatos, Aguilar e Iriarte, terminaron como secretarios de organización, relegados del gabinete del sexenio siguiente a su ambición personal.
A esos ingredientes debe sumarse que, los resultados alentadores que presume Alejandra del Moral son artificiales si se considera que, el priísmo debió aliarse a sus antagonistas del PAN y del PRD, para apenas equilibrar la balanza electoral frente al fenómeno que ha representado Morena en los últimos seis años.
En esencia, en aquellos municipios en los que el PRI no presentó candidato -un aspecto inédito en 90 años de historia-, la estructura del partido es inexistente para términos del pragmatismo electoral, y no hay datos de medición.
Alejandra del Moral celebra dos años, en medio de un gran desgaste por los grupos políticos que ha desplazado cada que ha dirigido al partido; un priísmo sin presencia en al menos treinta municipios, y frente a una ríspida disputa por la candidatura a la gubernatura, ante el uso del aparato partidista que tiene a disgusto a más de uno.
La tenebra
No hay fórmulas mágicas para llegar a ser candidato; pero hay reglas no escritas que deben cumplirse, para no equivocarse.
