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Francisco Ledesma

Toluca, Edomex; 23 de octubre de 2019.- El peñismo no está desaparecido, tampoco desahuciado: simplemente parecía en receso.

La noche de este martes, cuando el PRI renovaba su Consejo Político Estatal reapareció Francisco Guzmán, el eterno coordinador de asesores, convertido en jefe de la oficina presidencial hacia el final de la aventura sexenal. Atrajo los reflectores y todos olvidaron la presunta fórmula que ya se encaminaba a encabezar el priísmo mexiquense, porque falta saber las propuestas y la opinión del peñismo.

En la misma primera fila, María Elena Barrera Tapia, la primera secretaria particular del entonces secretario de Administración y diputado local por Atlacomulco. Con Peña en la cúspide del poder, “Malena” se erigió como alcaldesa de Toluca y senadora por el Estado de México, ataviada de ecologista.

Otro enclave peñista: Andrés Massieu, quien trabajó con Guzmán en la oficina presidencial durante todo el sexenio. Hoy, ya integrado al gabinete delmacista.

Las señales no pararon en la sesión del consejo.

Arturo Montiel y Alejandra del Moral. Las élites priístas.

El PRI decidió integrar su Comisión Política Permanente: Alfredo Del Mazo a la cabeza. Detrás suyo todos los exgobernadores: Baranda, Pichardo, Chuayffet, Camacho, Montiel, Peña y Eruviel. El único presente, Arturo Montiel, y también uno de los más ovacionados por la clase gobernante ahí presente.

En el mismo órgano partidista todos los expresidentes del priísmo mexiquense: Francisco Maldonado, Fernando García Cuevas, Jaime Vázquez, Domínguez Rex, Carlos Iriarte, y el alter ego del peñismo, Luis Videgaray. Este último, el único ausente de los antes mencionados.

Del Mazo también mostró su músculo. Su gabinete en pleno se dio cita en el cónclave de priístas. Ahí está la renovación del partido, un consejo político empoderado por su grupo cercano: Jarque y Fernández, los más visibles.

Desde las primeras horas, la base militante se dio cita en el auditorio Jesús Alcántara. Todos con sus trajes y vestidos de oficinistas. Salieron antes de las seis de la tarde, para llegar a la sede tricolor muy temprano. Unos simplemente para acompañar a sus jefes políticos.

Yetzabel Ximénez intentaba entrar al estacionamiento principal. Los guardias de seguridad auscultaban su camioneta con una lámpara en la parte trasera.

¡Búscale bien, porque ahí traigo a los opositores!, se burló la exsecretaria general del PRI en los tiempos de Ricardo Aguilar.

El delmacismo. Eriko Flores, Jorge Recala, Eric Sevilla, Rodrigo Jarque, Alejandro Fernández, Gabriel O´Shea, Martha Hilda González y Luis Gilberto Limón.

Adentro del auditorio, Juan Pedro García se paseaba cerca del presídium. Esperaba un mayor arropo de la militancia. El exoperador de campañas electorales panistas, portaba un chaleco verde. Al verse por momentos en solitario, decidió irse tras bambalinas para salir con la comitiva principal, previo al arranque del consejo.

Martha Hilda llegó minutos antes del comienzo. Saludó discretamente a quienes encontró a su paso y prefirió tomar su lugar. Antes, en el estacionamiento se despojó de su saco sastre y se enfundó el chaleco rojo, el color que sí le ha dado muchas victorias al priísmo en distintas elecciones.

Escasos diputados locales porque seguían las comparecencias en la Legislatura Estatal. Miguel Sámano alcanzó lugar en el presidium. Ningún diputado federal por sus actividades en San Lázaro, aunque de Luis Miranda y de Ana Lilia Herrera ya no sorprende su ausentismo en el priísmo estatal.

Por la puerta del público general entró José Manzur con una chamarra guinda, de los tonos del partido que despacha en Palacio Nacional. Los tiempos del ejercicio de poder quedaron atrás. Lo sentaron en el lugar acostumbrado para la prensa.

Los reporteros y los fotógrafos en «gayola» para no incomodar el último evento de la dirigente estatal en su despedida. Y a la vez, evitar que estuvieran cerca de los secretarios del gabinete, no todos con intenciones mediáticas.

María Elena Barrera, otra peñista que reapareció en la sesión priísta.

De pronto, apareció hasta adelante Francisco Guzmán, el jefe de la oficina presidencial de Peña Nieto, que hasta hace algunos meses ofreció sus consejos al canciller Marcelo Ebrard, en medio de las amenazas arancelarias del presidente Donald Trump. De inmediato, integrantes del gabinete delmacista se acercaron para saludarlo, arroparlo y darle la bienvenida. Platicó largo rato con Eriko Flores. Después tomó su asiento, con una presencia discreta.

Enseguida, María Elena Barrera del otro lado, como sincronizados. Fue apapachada, se dejó ver y sentir. La exsenadora no pasó desapercibida.

Derrapando, Darío Zacarías, se quiso placear cuando ya todos estaban sentados, pero todavía con una «vela encendida» para llegar a la posición que Alejandra parece haberle arrebatado hace un año. El único gesto de simpatía que encontró fue el alcalde de Villa Victoria, Mario Santana, que se tomaba fotos para sus redes sociales. Ambos, muy cerca del presídium, y tan lejos del partido.

El arranque estaba cerca. Salió Alejandro Ozuna presentado como representante del gobernador Del Mazo. Atrás Rodrigo Jarque, el hombre de las finanzas y de las confianzas de Alfredo.

Y como colofón, Montiel tomado del brazo por Alejandra del Moral, quien lo acompañó hasta su lugar en la primera fila del auditorio.

Iniciado el protocolo, la Plana Mayor del priísmo mexiquense formalizó que la elección de su próxima dirigencia sea por asamblea de consejeros políticos.

“Consulta a la militancia”, gritó un espontáneo al fondo del auditorio, quizá expresando el sentir de miles de priístas. Simplemente fue ignorado. El acuerdo fue aprobado por “unanimidad”, dijo entre aburrimiento Jorge Álvarez Colín.

Alejandra del Moral pronunció un discurso prácticamente de despedida. Habló de las bondades del priísmo, le manifestó su respaldo a Del Mazo, y hacia el final, justificó la imposición que se avecina en la renovación del partido: el consenso también es democracia, remató para convencerse a sí misma.

Ozuna clausuró el evento sin mayores protagonismos.

Las especulaciones sobre quiénes dirigirán al PRI del Estado de México parecen resurgir, tanto como los peñistas en el escenario político local.

Al final, Francisco Guzmán y María Elena Barrera recibieron muestras de afecto, con su asistencia pusieron de manifiesto que Peña Nieto está presente en las decisiones del Estado de México. Muy lejos están del retiro, o mejor dicho, muy cerca están del retorno, a la tierra que antes gobernaron.

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