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¿Y los derechos digitales apá?

Juan Carlos Núñez Armas*

Al parecer la intención de regular las redes sociales pasó a la congeladora hasta próxima fecha, pero ¿debemos realmente dejar el tema o hay más que explorar las posibilidades para llegar verdaderamente a tener protegida la información y los derechos de los usuarios?

Según los datos disponibles, en nuestro país hay 80.6 millones de usuarios de Internet y 86.5 de teléfonos celulares. El 82% de los usuarios de Internet usan redes sociales. Facebook es utilizado por 79 millones y 9.4 millones usan Twitter. Con estos datos podemos decir que las redes llegaron para quedarse. También podemos afirmar que los dueños de las plataformas se benefician con los datos personales de los usuarios, monopolizan su utilización y, más grave aún, su comercialización.

Considero que “las benditas redes sociales”, como se les solía llamar desde Palacio Nacional, tuvieron su punto de quiebre con la detención del hijo de “El Chapo” y, todavía más, con los movimientos feministas del año pasado. Como antecedente al último intento de regulación de las redes, se aprobó una reforma de ley sobre los derechos de autor, que resultó insuficiente y que consiste en que cualquier persona, sin demostrar nada, puede solicitar que una publicación de un tercero se baje de la red por poseer los derechos de autor.

Lo cierto es que las noticias falsas y los ataques son permanentes. De hecho, el Flaming es más que evidente en la red.  Este concepto se refiere a los ataques y al acoso constante hacia alguien, transmite intolerancia, insultos o cualquier hostilidad directa y dirigida a una persona específica con quien se tiene diferencias de opinión.

Por si no fuera suficiente, las plataformas de redes sociales utilizan perfiles psicográficos, es decir, estudios de sus usuarios en función de sus actividades, intereses y opiniones, a efecto de clasificarlas según los datos demográficos generales, como la edad, el sexo o el grupo étnico y además entre otros factores se acerca a comprender los atributos cognitivos (relativo al conocimiento) como las emociones, los valores y las actitudes. Esto hace que las plataformas conozcan tu estilo de vida, qué productos podrías comprar en específico o apoyar una causa social o por qué partido político votarás. Toda esa es la información que las plataformas poseen y que pueden comercializar libremente.

La información que obtienen las plataformas es impresionante. Un estudio de la Universidad de Cambridge encontrado aspectos psicológicos sorprendentes de los perfiles de los usuarios de las redes. Sobresale la conclusión de que una persona con puntos de vista extremistas es menos capaz de realizar tareas complejas. Si bien la ideología es una parte de nuestra personalidad, este estudio refleja que existe una relación entre la ideología de las personas y la manera como toman decisiones.

Trato de explicar el punto anterior. Al evaluar la capacidad de conocimiento de un individuo, y por ende sus rasgos de personalidad relacionados con su ideología, son predecibles las estrategias que tomará en sus decisiones. Por ejemplo, una persona conservadora y nacionalista tomará con cautela las tareas en la toma de decisiones.  Por otra parte, una persona con ideología extremista tiende a “pensar el mundo en términos de blanco y negro”, puesto que le es complicado luchar con tareas complejas que requieren pasos mentales intrincados.

Así, podemos definir el poder de las redes sociales. En consecuencia, lo que se requiere es profundizar en proteger los derechos de cada individuo no sólo de transparentar, como podría ser el caso, los recursos empleados por los políticos o sus partidos en una campaña. Tiene que ir más allá de la notificación a un usuario que su cuenta o publicación será suspendida o pausada, los usuarios deben saber qué derecho de apelación tienen en la propia red, cómo proteger la privacidad de sus datos, cómo acceder a la información y cómo ejercer su libertad de expresión.

En resumen, requerimos generar una amplia discusión y poner en marcha una carta de derechos digitales, como la que están trabajando desde hace algún tiempo en la Unión Europea, donde un grupo de expertos, juristas representantes de internautas y usuarios, catedráticos y consultores en comunicación, tecnología y ciberseguridad, tienen la encomienda de elaborar documento que actualice la protección de los derechos de los usuarios. La tarea no sólo es frenar los inconvenientes de la tecnología, de la abundante información y comunicación, sino también fomentar la innovación centrada en el ser humano, algo que se ha llamado Humanismo Digital. Con ello buscan que la tecnología se diseñe para promover la democracia y la inclusión.

El documento en discusión tiene diversos objetivos como la privacidad y la libertad de expresión (valores esenciales para la democracia), establecer leyes que regulen los monopolios tecnológicos, que las decisiones y sus consecuencias no afecten al ser humano y mucho menos que esas decisiones sean tomadas por un algoritmo. Más allá de la discusión entre derechas e izquierdas, busquemos impulsar un México, en el que se respete la dignidad de cada ser humano, más igualitario, más justo, menos confrontado, donde se respeten nuestras libertades y se busque que la democracia sea el marco donde cada uno de nosotros podamos convivir.

*El autor es Maestro en Administración Pública y Política Pública por ITESM. Y Máster en Comunicación y Marketing Político por la UNIR.

Twitter @juancarlosMX17

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