Redacción
A una semana de ocurrida la renuncia de Humberto Moreira como dirigente nacional del PRI y de los severos ataques de que ha sido objeto el aspirante presidencial priísta Enrique Peña Nieto por su error en la Feria Internacional del Libro en Guadalajara; las «fuerzas vivas» del partido cerraron filas en torno al ex mandatario mexiquense a quien consideran la opción con la que recuperarán la Presidencia de la República dado su fuerte respaldo social, tras ungir a Pedro Joaquín Coldwell como nuevo presidente del priísmo.
Por primera ocasión, luego de su declinación a su postulación presidencial el pasado 21 de noviembre; el senador Manlio Fabio Beltrones se reunió con el ex gobernador mexiquense Enrique Peña Nieto. En el fondo -ya con Humberto Moreira echo a un lado- el nuevo dirigente nacional del PRI, Pedro Joaquín Coldwell lanzó llamados al gobierno federal para evitar su intromisión en el proceso electoral de 2012, lo que en síntesis podría generar una nueva polarización social como la ocurrida en 2006, cuando el entonces presidente Vicente Fox jugó a favor -y con amplia injerencia- con Felipe Calderón.
Envuelto en las viejas formas del priísmo corporativista y bajo el manto de una candidatura única -auspiciada por Beltrones y respaldada por el líder del priísmo Peña Nieto- Coldwell se convirtió en un presidente de unidad. En el olvido quedó Moreira, a quien se omitió en todo momento del acto partidista, que respondía únicamente al reemplazo del ex mandatario de Coahuila. Desde la renuncia de Moreira, Coldwell recibió los apoyos unánimes de sectores, comités estatales, gobernadores, y el espaldarazo del aspirante presidencial Enrique Peña, convertido desde ahora en la figura presidencial de facto, que construyeron los priístas a lo largo del siglo pasado.
Coldwell privilegió un discurso breve, en el que enumeró los «logros» del priísmo en su transcurrir como gobierno, donde dijo, se forjaron características de un régimen institucional que evitó gobiernos autoritarios como el comunismo y el fascismo -experimentados en el siglo XX en otros país-. Aunado a ello, el ex gobernador de Quintana Roo, aseguró que el PRI otorgó garantías para que la alternancia en el poder se diera en términos pacíficos, tras advertir que ya se aprestan para volver a Los Pinos.
El nuevo dirigente del PRI arremetió contra los gobiernos panistas, frente a su incapacidad para frenar la ola delictiva y generar condiciones favorables para atender el desempleo creciente en el país. En el lanzamiento de ataques Coldwell precisó que los gobiernos panistas se han rezagado en todos los órdenes, y los problemas nos han superado: «Un gobierno bajo el que los poderes fácticos prevalecen sobre los establecidos constitucionalmente y las instituciones están presas de la corrupción”, refutó.
A lo largo de la última década, dijo que el PRI se ha comportado como una oposición responsable e institucional, pero sobre todo como una viable opción de gobierno, que les ha permitido en la medida de lo posible la recuperación de espacios de poder. Por ello, confió en que Enrique Peña se convertirá en el próximo presidente de México, lo cual dijo, no representa la restauración del régimen, sino la renovación de las instituciones que permita darle un rumbo al proyecto nacional. «Vamos a erigir una nueva sociedad a la medida de nuestros sueños y de nuestra esperanza», enfatizó.
En ese entramado, Enrique Peña Nieto recibió el respaldo de su nuevo presidente nacional del PRI. Beltrones le tendió la mano. Y los sectores, todos, cerraron filas frente a la andanada que el Gobierno Federal ha emprendido para denostar a los priístas, con señalamientos como los hechos por el presidente Felipe Calderón, al advertir intromisión del narcotráfico en los comicios de Michoacán, donde se impuso el PRI, y perdió la hermana del presidente, Luisa María Calderón.
Advirtieron en general, una guerra sucia, suscitada también, a partir del error de Enrique Peña en la Feria del Libro en Guadalajara, donde fue incapaz de citar tres libros con sus autores, que lo hubiesen marcado en la vida. Lo anterior ha generado una serie de severas críticas, sobre todo que proliferan en redes sociales, por lo que el llamado parece imponerse entre los priístas para contrarrestar los ataques que lanza la oposición a su abanderado presidencial.
Por eso quizá, desde el inicio de su discurso como nuevo presidente nacional del PRI, Joaquín Coldwell hizo un enfático llamado a la unidad, con el único propósito de llevar a Enrique Peña Nieto a la Presidencia de la República. Y desde esa tribuna propuso: «Trabajar sin desvíos, trabajar sin claudicaciones, sacrificando incluso aspiraciones personales, para que el 1 de Diciembre de 2012 Enrique Peña Nieto, jure la Constitución como Presidente de la República».
