Ricardo Moreno**
Los privilegios de los ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación que han quedado al descubierto en días pasados son una enorme bofetada al pueblo de México. Si bien todo mundo sabía que su salario era de cerca de 300 mil pesos mensuales, eso es nada, frente a los lujos y excesos con cargo al erario con lo que los ministros viven durante los largos 15 años que dura su nombramiento y que algunos de ellos se extienden de forma vitalicia. Son más de 40 los privilegios que ha hecho públicos el senador Ricardo Monreal que sería difícil enumerarlos en este espacio. Pero lo que llama la atención es que muchos de esos lujos y privilegios que pagamos todos los mexicanos rayan en lo ridículo en un sistema democrático y republicano.
Es increíble, por ejemplo, que además del seguro de vida privado que se adquiere para los ministros, además se extienda a sus esposos o esposas e hijos, como si sus familiares fuesen parte del servicio público o, bien, que se asegure el pago de alimentos y bebidas por más de 700 mil pesos al año a cada uno de esos ministros cuya forma de vida es propia de una casta de oropel. El uso de dos Suburban blindadas en forma permanente y que deben renovarse cada dos años; así como la existencia de servicio de restaurante de lujo a su servicio privado al interior de la corte, bonos de riesgo de trabajo, vacaciones y aguinaldos insultantes por su monto son, por decir lo menos, una extravagancia que tenemos que pagar todos los mexicanos.
Esta rancia costumbre de aferrarse a la idea de que el gobierno es una fuente de riqueza debe terminar. No se trata de debilitar o atacar a la Corte. Se trata de acabar con este tipo de privilegios irracionales que unos cuantos quieren defender a toda costa. El salario integrado para cada uno de esos ministros es muy superior, por ejemplo, a lo que ganan muchos presidentes de los países más desarrollados del mundo; son superiores a los que ganan los titulares de cualquier órgano de justicia del continente americano y, por decir lo menos, no se lo han ganado a pulso.
Los privilegios de que gozan los ministros hacen honor a su origen lingüístico. Son privilegios cortesanos que no son propios de un sistema republicano que exige la medianía republicana y la austera forma de vida del servidor público.
Creo en la división de poderes y en la distribución de competencias en el estado democrático pero no soy seguidor de este tipo de abusos que constituyen un robo al pueblo de México.
** Senador suplente. Ha sido diputado federal y local. Se ha desempeñado como representante de Morena ante el Instituto Electoral del Estado de México. Fue secretario del Ayuntamiento de Toluca.
