Francisco Ledesma / Golpe de autoridad
Andrés Manuel López Obrador ha dado su primer manotazo sobre la mesa para abatir el robo de combustible, mediante la contundente decisión de cerrar los ductos de Petróleos Mexicanos, y con ello ha generado una determinada escasez de combustibles en regiones específicas del país, con singulares reacciones polarizadoras que han exhibido intereses políticos contrapuestos.
La toma de decisiones de López Obrador, altamente cuestionada por sus opositores, se instala sobre la suerte del ejercicio del poder. El presidente está en todo su derecho de imponer su voluntad, su estrategia y su accionar encaminado a construir su acción de gobierno, sin rebatingas y sin concesiones.
Hoy, Andrés Manuel hace del combate al huachicoleo, lo que Felipe Calderón ejecutó en su llamada guerra contra el narco ataviado de militar; o bien, en el Pacto por México lanzado por Enrique Peña Nieto, con el concurso de panistas y perredistas. En los tres horizontes, con sus matices y sus distancias, los presidentes pretendieron ejercer desde los primeros días de sus gobiernos, el delineamiento de sus mandatos. Ahí se enmarca el combate al robo de gasolina.
Como la principal promesa de su campaña, López Obrador se pronunció por eliminar la corrupción del gobierno. La decisión de Andrés Manuel no sólo va encaminada a abatir un flagelo, que frente a la escasez de combustible en algunas plazas, ha hecho el problema y su combate, visible y tangible para sus electores, pero desde luego, también para sus opositores.
Es probable que la decisión fue precipitada, y la estrategia de distribución con algunos desaciertos, pero está claro que el gobierno lopezobradorista no podía permitirse dar un aviso previo a quienes lucraban con hidrocarburos, donde se involucraban políticos, líderes sindicales y empresarios gasolineros.
Calderón dio un albazo cuando decidió desaparecer a Luz y Fuerza del Centro, que pusieron en alto estado de vulnerabilidad el suministro de energía eléctrica, pero que logró sostener a través de la Comisión Federal de Electricidad. Aquí, Pemex es un monopolio que impide una suplantación de funciones. Y aunque las razones son distintas hasta en lo ideológico, en ambos casos el impacto se concentra en sectores energéticos y estratégicos para el país.
A pesar de los esfuerzos del gobierno lopezobradorista por comunicar todas las mañanas, ha concentrado su discurso en una dualidad del bien contra el mal. En lo pragmático, ha dejado vacíos de información, que han alimentado los rumores y los ataques furtivos de sus detractores, que van desde el impacto negativo a sectores económicos que dependen de los hidrocarburos, hasta la especulación sobre la supuesta cancelación de contratos para importar gasolinas, y el estancamiento de buques en la zona del Golfo de México. Sin que en esencia se haya documentado el apocalipsis venezolano que afrontaría el país.
Andrés Manuel no está solo replican en redes sociales sus seguidores. Sin embargo, en estos momentos que requieren de explicaciones, López Obrador debe sentir el apoyo, el acompañamiento y la tutela de su gabinete. Lo cierto es que la secretaria de Energía, Rocío Nahle, y el director de Pemex, Octavio Romero han estado ausentes, cuando más se necesita su presencia y su defensa.
Han pasado doce largos años desde que Felipe Calderón declaró la guerra contra el narco, y hoy los muertos se cuentan por miles. Los daños colaterales se siguen padeciendo en los espacios públicos. El Ejército permanece en las calles y las policías locales siguen infectadas del crimen organizado. Un fracaso de principio a fin, que ni siquiera le alcanzó para ganar la legitimidad que le hacía falta.
A seis años de distancia del Pacto por México, las once reformas transformadoras no reflejaron un beneficio tangible para los mexicanos. Aún peor, con el cambio de gobierno, y posiblemente de régimen, las reformas se desmoronan frente al sexenio lopezobradorista; mientras Peña Nieto concluyó su sexenio con los peores índices de aprobación en la historia estadística del país.
El combate a la corrupción, emprendido por López Obrador, apenas comienza con un golpe de autoridad que busca hacerse sentir. Lo deseable es que este proceso se traduzca en resultados tangibles, de corto y mediano plazo. La oportunidad se la están dando sus electores; pero resulta imprescindible e inmediato sorprender y acallar a sus opositores. El tiempo es su mejor aliado.
La tenebra
En el año 2001, siendo gobernador del Estado de México, Arturo Montiel, falleció el jerarca del Grupo Atlacomulco, Carlos Hank González. El momento coyuntural fue aprovechado por Montiel, quien entre 2001 y 2017 ejerció un liderazgo político, en la formación, construcción y definición de la clase gobernante de los tres últimos sexenios.
Ayer, la muerte del exgobernador Alfredo del Mazo González, puede simbolizar una circunstancia única para el actual mandatario, Alfredo del Mazo Maza, para que asuma en definitiva la ascendencia que en algún momento ejerció su padre, en la consolidación de su grupo político, y sacudirse la sombra de exgobernadores que pretenden desestabilizar su mandato.
