¿Otro partido?
Francisco Ledesma
Han pasado tres meses y medio de la elección presidencial. En ciernes, Andrés Manuel López Obrador, el segundo candidato más votado de los comicios se alista para empujar su propio partido político, aprovechando su liderazgo social –innegable-, su anclaje ideológico desde la izquierda mexicana, y también obligado coyunturalmente por los desencuentros que tuvo durante los últimos años con el perredismo, del cual fue fundador desde los ochenta.
El PRD, surgido de aquella escisión democrática de muchos priístas encabezados por Cuauhtémoc Cárdenas y Porfirio Muñoz Ledo, y tras los cuestionados resultados de la elección presidencial de 1988, dio a López Obrador la oportunidad de competir en un par de ocasiones por la gubernatura de su natal Tabasco, en 1989 y 1995, tras los cuales se convirtió con el tiempo en dirigente nacional del partido que ya abandonó, y al cual está a punto de hacerle un boquete de militantes, y también de electores.
Desde 2010, cuando se dieron las alianzas opositoras entre PAN y PRD, el lopezobradorismo –entendido como el movimiento de sus afines- comenzaron a marcar una distancia respecto de la dirigencia perredista en poder de los Chuchos. Aunque ya un año antes, en los comicios intermedios de 2009, el tabasqueños apostó para que tanto PT y Convergencia –hoy Movimiento Ciudadano-, conservarán su registro como partido colgándose de su imagen.
El rompimiento pues, se dio hace ya tres años. En el año que transcurre, fue por conveniencia –de ambos- que López Obrador se erigió en candidato de la izquierda, aunque fue evidente que desde inicio las tribus polarizadas no estuvieron de acuerdo, y eso influyó sin duda en el resultado final.
A la distancia, López Obrador ha encontrado los elementos suficientes para legitimar ante sus seguidores la creación de un nuevo partido político. Pero también en el balance de circunstancias, es cierto que el resultado sólo dividirá al ya de por sí mermado voto de la izquierda, bifurcado entre mini partidos, tribus perredistas, y ahora agudizado en la fractura por el surgimiento del Morena que empuja López Obrador para construir su candidatura de 2018.
La izquierda no parece exigir otro partido político, cuando existen hoy tres partidos con diferencias no ideológicas sino políticas. Y en el interés político se confunde lo económico y se impone el interés de grupo.
La búsqueda de López Obrador por construir un nuevo partido político parece un salto al vacío, y un fructífero elemento de denostación para sus detractores, para argumentar que el ex candidato presidencial está en búsqueda del presupuesto partidista, y eso que constantemente le achacan: la obsesión por el poder. Esos fantasmas rondarán con fuerza la figura del Morena y su líder.
Mientras que el resto de la izquierda, deberá entender que López Obrador no busca a sus militantes en su partido. De propia voz ha manifestado que sólo estarán los mejores. O lo que es igual, sus más cercanos y leales como Ricardo Monreal, Mario Di Constanzo, Claudia Sheinbaum, entre muchos otros. Lo que sí buscará Andrés Manuel es la conquista de votos, de la propia izquierda.
Es un hecho que el país, al menos para la elección intermedia de 2015, tendrá un nuevo partido político con prerrogativas: económicas y en especie. Los spots también serán para ese nuevo instituto, mientras la izquierda busca las formas para no desmoronarse más, y reconstruirse para el 2018.
Y es ahí donde tendrá su principal reto. La definición de un candidato sólido, donde vuelva la izquierda al encono inevitable. El PRD, muy seguramente tendrá afianzada la candidatura de Marcelo Ebrard, quien ya también prepara su gira pre-pre-presidencial; y del otro lado, el Morenaje con López Obrador para generar su tercera candidatura al hilo.
Los otros dos partidos sólo irán por la sobrevivencia, guste o no.
La tenebra
A esos dos, puede sumarse un tercero en discordia. Ex procurador capitalino, y Jefe de Gobierno electo.
