Toluca, Edomex. 26 de julio de 2018.- Lleno de “sospechosismo” resulta la inasistencia calculada de 17 legisladores locales, frente al albazo proyectado por el gobierno delmacista para aprobar dos reformas controvertidas: la reestructuración de la deuda pública y el cambio al sistema de pensiones del Issemym. Desde una reducida oposición siempre complaciente, faltaron 17 diputados, cifra suficiente para que la todavía mayoría priísta impusiera el voto aplastante que otorgue condiciones de maniobrar las finanzas públicas y las pensiones de los burócratas.
Las bancadas del PAN, PRD, Movimiento Ciudadano, e incluso de Morena, hicieron el vacío suficiente para ser cómplices de un Poder Legislativo que todavía funcionó como brazo anexo del Ejecutivo. Los panistas cercanos a Ulises Ramírez; los perredistas vinculados a la infaltable ADN de Neza; la bancada de Movimiento Ciudadano que obedece a los designios priístas; y Morena, con todo y su alcaldesa electa de Naucalpan, cedieron a las presiones del Ejecutivo para que se ausentaran, y si no votarían a favor, tampoco lo hicieran en contra.
De panistas y perredistas parece no sorprender su ausentismo. En el cálculo delmacista se concentraba una aprobación en el límite. Un quórum legal limitado, y sumar los votos apenas necesarios para la mayoría calificada. A cuenta gotas fueron cayendo: los diputados del PRI, del Partido Verde y de Nueva Alianza. También a favor se mostró la bancada de Encuentro Social, el mismo partido que apoyó hace un año a Del Mazo, y para el pasado 1º de julio se afianzó del efecto AMLO para insertar 10 diputados locales en la próxima legislatura.
La postura rígida de Morena, exhibida en la víspera por diputados locales electos que mostraron sus resistencias a ambas reformas legales, pareció un mero golpe mediático. Ayer, se ausentaron tres diputados morenistas, cifra suficiente para facilitar la mayoría calificada del PRI en la aprobación de las reformas. En tiempos del cambio de régimen, la dirigencia estatal de Morena está obligada a dar una explicación por la ausencia de sus legisladores. Y desde ahora, advertir cuál será la postura y relación de la futura bancada de Morena con Del Mazo.
La celeridad con la que Alfredo del Mazo operó y ejecutó la aprobación de ambas reformas legales abre la sospecha. Bastaron seis días para que una reestructuración de la deuda pública y un cambio al sistema de pensiones fueran avalados sin mayor debate y con raquíticas resistencias. Los beneficiarios: la banca comercial, quienes son los acreedores de la deuda; y muy posiblemente quienes operen las afores de los miles de burócratas que perderán cualquier posibilidad de jubilación.
Los mexiquenses, en general, deberán leer las letras chiquitas de ambas reformas, y visualizar con claridad la trascendencia de dos reformas aprobadas con tanta urgencia y en condiciones de sospecha. El sablazo legislativo está dado.
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