Toluca, Edomex. 21 de junio de 2016.- La renuncia de Manlio Fabio Beltrones a la dirigencia nacional del PRI tendrá un efecto inmediato en la sucesión por la gubernatura mexiquense. El expresidente priísta asumió el costo político de la catástrofe electoral del pasado 5 de junio. Con él, deberá irse la secretaria general del partido, Carolina Monroy junto con sus aspiraciones por convertirse en la primera gobernadora mexiquense. De un plumazo, la actual diputada federal y exalcaldesa de Metepec será la primera damnificada de la sucesión.
Hay dos mexiquenses que suenan en la línea sucesoria de Manlio Fabio Beltrones. En primer lugar, el secretario del Trabajo, Alfonso Navarrete Prida. Un hombre de instituciones aunque no de partido. De profunda confianza en el entorno del peñismo y bien visto por sectores duros del priísmo nacional, incluido el expresidente, Carlos Salinas. En segundo sitio, Ricardo Aguilar, segregado del primer círculo peñista, pero con el antecedente de haber sido dirigente estatal del priísmo. Desde la Sagarpa, Aguilar puede dar el salto a las oficinas del PRI.
En caso de que las especulaciones sean falsas, tanto Navarrete como Aguilar deben ser inscritos en el proceso sucesorio de la gubernatura mexiquense, por una premisa básica, forman parte de los afectos de Peña Nieto. Sus posiciones en el gabinete federal, aunque los mantiene un tanto alejados de la política local, les otorga una fuerte cercanía con el círculo que toma las decisiones. La renuncia de Beltrones puede reconfigurar el ungimiento del priísmo mexiquense, que ya piensa obsesivamente en las elecciones del próximo año.
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El espíritu represor de San Salvador Atenco se ha vuelto a asomar en el murmullo de Oaxaca, que hoy languidece por la muerte de 8 civiles, como resultado del enfrentamiento entre la CNTE y la Policía Federal. A pesar de que el peñismo insiste en que los agentes policíacos no usaron armas en el operativo del domingo pasado, sobran las inconsistencias y brotan las evidencias de que las fuerzas del orden excedieron sus capacidades y rebasaron los protocolos en defensa de los derechos humanos. El peñismo está frente a una nueva crisis.
La reforma educativa ha topado con un obstáculo más grande que el magisterio disidente. La solidaridad colectiva se ha volcado en apoyo a un movimiento de profesores que había menguado. Hoy el descontento social ha encontrado coincidencias en la CNTE para protestar contra el peñismo y su proyecto de gobierno. La candidatura presidencial de Aurelio Nuño ha colapsado por una tragedia de inconmensurables consecuencias. Oaxaca ha comenzado a perseguir a Peña, como en su momento Atenco se volvió en su mayor lastre en el estado.
El peñismo enfrenta crisis tras crisis, pero sobre todo es incapaz de superarlas. Debieron pasar más de quince días para que Beltrones dimitiera por el fracaso priísta, cuando ahora lo urgente transita por la necesidad de que alguien asuma la responsabilidad por el operativo contra la CNTE en Oaxaca, lo que incluso podría representar las renuncias de Osorio o de Aurelio. Pero pesa más la amistad y los afectos de Peña, que la salida forzada de sus colaboradores cercanos.
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