Toluca, Edomex. 19 de julio de 2018.- Han pasado 20 días de las elecciones, y el ritmo de las actividades gubernamentales no se ha normalizado. Tal parece que permanece la veda electoral. Los gobiernos estatal y municipales siguen adormecidos o quizá incrédulos frente a la aplanadora morenista. Pocos eventos públicos y un bajo perfil en el escenario del poder público. Por si fuera poco, esta semana ha sido marcada en el calendario oficial como vacaciones en todas las oficinas de gobierno.
En un plazo de dos meses, Enrique Peña Nieto se alista a dar su sexto y último informe de gobierno. El gobierno peñista hará un balance de un sexenio altamente repudiado en las urnas. En el entramado de su informe destacará las once reformas estructurales, de las cuales al menos dos de las más emblemáticas podrían ser revocadas por el próximo gobierno. Las reformas educativa y energética son altamente cuestionadas por López Obrador, y dentro de su oferta electoral advirtió en desecharlas.
En ese mismo mes de septiembre, el gobernador Alfredo del Mazo rendirá su primer informe de gobierno. Para entonces, la legislatura estatal estará integrada por una mayoría opositora. Del Mazo ha podido avanzar muy poco en el primer año de mandato. Los primeros meses de su gobierno debió afrontar los desastres del temblor del 19 de septiembre; y una gran rotación de las piezas de su gabinete por los azares electorales. La derrota priísta del pasado 1º de julio pone por delante su capacidad de reacción y de gobernabilidad.
Entre el ocaso peñista y la reconstrucción delmacista, el Estado de México deberá repensar su forma de gobernar. El emblemático Grupo Atlacomulco, ahora enfrenta resistencias y rechazos incluso al interior del priísmo nacional, por responsabilizar a Peña de la mayor debacle electoral. Peña Nieto será factor en la toma de decisiones del gobierno delmacista, una vez que termine la aventura en Los Pinos. La clase gobernante de la federación alista su retorno al Estado de México, y desde aquí reorganizarse, reestructurarse y resurgir.
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Ernesto Nemer no ha dimensionado la derrota electoral del priísmo. No sólo no ha renunciado a la dirigencia estatal del partido; ahora planea una nueva gira por los 125 municipios mexiquenses para encabezar actos de unidad. La estrategia electoral que planteó simplemente no funcionó. A lo largo de tres meses de campaña, Nemer ajustó una y otra vez las tareas de activismo electoral. Su función como dirigente estatal priísta simplemente fue un desastre y pese a todo, pretende reavivar a la militancia en eventos a su favor.
El PRI mexiquense enfrenta la peor crisis en su historia. Sin dinero y sin recursos humanos, hace algunos días despidió a más de 700 operadores electorales que trabajaron durante la campaña. En adelante, enfrentará profundos vacíos políticos ante la pérdida de espacios de poder público. En lo social, la militancia se encuentra lastimada por la falta de resultados, y además la falta de reconocimiento. En los pocos cargos ganados estarán los mismos de siempre: Eruviel, Nemer, Ana Lilia, Laura Barrera, Luis Miranda, entre otros más.
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