Toluca, Edomex. 12 de mayo de 2016.- Juan Armando Hinojosa no ha dejado de ser uno de los empresarios consentidos del actual sexenio. A pesar del escándalo por conflicto de interés que desató la venta de la Casa Blanca a Angélica Rivera, el empresario tamaulipeco sigue teniendo una amplia cartera de clientes entre diversos gobiernos estatales y locales. Las grandes obras de infraestructura del actual gobierno mexiquense y de algunos ayuntamientos del pasado trienio fueron asignadas a Hinojosa. Su cercanía con el peñismo tiene aún un peso inconmensurable.
El golpe mediático de la Casa Blanca y la cancelación del Tren México – Querétaro obligó a Juan Armando a guardar un bajo perfil pero su actividad empresarial sigue en ascenso. El Grupo Higa, como nunca antes, tiene presencia prácticamente en todo el país. La construcción más importante de Hinojosa, más allá de cualquier obra pública, es su estrecha relación con la clase política mexiquense desde donde ha tendido puentes para hacer grandes negocios.
Otro factor de éxito para la vertiginosa carrera empresarial de Hinojosa es haber convertido en socios de su consorcio a políticos mexiquenses. La clase gobernante haciendo crecer a Juan Armando en una versión moderna de hankismo, para obtener ganancias a partir de su empresa. Desde ahí, Juan Armando ha logrado mantener su influencia en lo económico e incluso ha influido en lo político. Se ha logrado insertar en un agente político para el sistema.
Su cercanía con Peña Nieto se mantiene vigente a pesar de los escándalos. Su principal vínculo con el peñismo sigue siendo el delmacismo. La llegada de Juan Armando al Estado de México sería inexplicable sin el arropo del exgobernador Alfredo del Mazo González, y sus colaboradores Gerardo Ruiz Esparza y David López Gutiérrez. Desde esas posiciones estratégicas, Hinojosa fue escalando en la preponderancia de su actividad empresarial. Lo político encontró acomodo con lo económico.
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El Estado de México surgió al escándalo electoral que se presencia en Zacatecas. El gobierno mexiquense ya negó que las despensas encontradas en aquella entidad presuntamente con propaganda del candidato a gobernador tengan algún vínculo con la administración estatal. Como ocurre en la democracia mexicana, los intentos de coacción del voto quedarán como parte del anecdotario sin consecuencias hacia los responsables ni mucho menos hacia los candidatos involucrados.
La sospecha de influencia del priísmo mexiquense -con ayuda del gobierno- para incidir mañosamente y al margen de la ley en la elección permanece vigente. Lo que resulta innegable es la presencia de decenas de operadores políticos mexiquenses en las 12 entidades donde habrá elecciones de gobernador. La maquinaria electoral del Grupo Atlacomulco será puesta a prueba en los comicios de junio próximo y desde ahí medir su capacidad de movilización para la elección presidencial de 2018.
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