Toluca, Edomex. 11 de diciembre de 2017.- Todos los caminos llevan a Los Pinos. La elección presidencial del año entrante determinará la toma de decisiones de los partidos en los comicios locales, para apuntalar sus coaliciones electorales y el ungimiento de sus candidatos. Las élites partidistas de cada partido asumirán el control político del año entrante. Los comicios definirán un nuevo equilibrio electoral e inesperada configuración política, en la disputa por 125 alcaldías y 75 diputaciones locales.
En el priísmo, partido gobernante del Estado de México -tierra natal de Enrique Peña Nieto-, la toma de decisiones estará en el escritorio de Alfredo del Mazo. A pesar de que el candidato presidencial es José Antonio Meade -y su factor de incidencia es el canciller, Luis Videgaray-, el exsecretario de Hacienda dejará en el Grupo Atlacomulco la definición de sus alianzas y sus candidatos. Del Mazo encontrará equilibrios con exgobernadores y los Luises: Miranda y Videgaray entrarán en las definiciones.
Con la inminente candidatura de Andrés Manuel López Obrador por parte del Movimiento de Regeneración Nacional, existe claridad de que las candidaturas se decantarán a favor del grupo político de Higinio Martínez. El mismo padrinazgo de la fallida candidatura de Delfina Gómez a la gubernatura, ahora se convertirá en el gran elector de Morena en tierras mexiquenses. Habrá un puñado de posiciones que podrían cederse a sus aliados del PT, las cuales serán decididas por el jerarca eterno de los petistas, Óscar González Yáñez.
Dentro de la coalición de México por el Frente que encabezan PAN y PRD, se vislumbran también ya factores de decisión. Por la derecha, existe un panorama favorable para el dirigente estatal, Víctor Hugo Sondón; además de los alcaldes que se han convertido en sus soportes políticos: Enrique Vargas de Huixquilucan, y Ana Balderas de Atizapán de Zaragoza. El gran perdedor será Ulises Ramírez -que vivió de privilegios durante el calderonismo- que en tiempo reciente se la jugó con el exgobernador poblano, Rafael Moreno Valle. El Grupo Tlalnepantla va en declive en su incidencia política y electoral.
Mientras que el PRD, ratifica su prevalencia a favor de la tribu Alternativa Democrática Nacional (ADN), que domina Héctor Bautista. La agrupación ADN ha logrado conciliar sus intereses, primero con los Chuchos -Jesús Ortega y Jesús Zambrano-; y más recientemente con el grupo de Miguel Mancera, para quedarse con las definiciones del feudo mexiquense. En bloque, se avizora un horizonte positivo para todo el perredismo de Neza: Juan Zepeda, Luis Sánchez y Juan Hugo de la Rosa. Las candidaturas del perredismo estarán favorecidas para ADN y los suyos.
El Estado de México será un epicentro electoral. Aquí, todos los contendientes buscarán una copiosa votación como llave de acceso a Palacio Nacional. En el año 2000, el PAN ya experimentó una elección arrasadora, que permitió a Vicente Fox derrocar al priísmo, al que ahora promociona y de forma contradictoria pide el voto. Seis años más tarde, en 2006 el electorado mexiquense dio el triunfo al perredismo y López Obrador, que se quedó a la orilla de ganar la elección presidencial pero con un empuje desde el electorado más numeroso. Y en 2012, fueron los votantes mexiquenses quienes favorecieron al exgobernador Enrique Peña, y permitieron el regreso del PRI a Los Pinos.
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