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Toluca, Edomex. 03 de mayo de 2018.- La salida de Enrique Ochoa Reza como dirigente nacional del PRI desnuda el fracaso de su operación política en la actual campaña presidencial de José Antonio Meade, desfondado en el tercer lugar de las preferencias electorales, a escasos dos meses de la elección. Ahí está la caída de un personaje cercano a Luis Videgaray, quien mantendrá sin embargo, el control de las decisiones de la campaña, a través de su compañero universitario y hoy candidato presidencial, Pepe Meade; su discípulo Aurelio Nuño como coordinador de campaña; y de su aliado mexiquense y vicecoordinador, Eruviel Ávila. El margen de maniobra de Videgaray en la campaña aún es amplio.

Desde el inicio del sexenio, Enrique Ochoa ha sido un hombre vinculado a Videgaray, que tomó notoriedad desde el impulso de la reforma energética, cuyas condiciones privatizadoras derivaron en la renuncia del mexiquense Francisco Rojas Gutiérrez a la dirección general de CFE, cuyas diferencias con Videgaray fueron registradas desde los tiempos en que ambos coincidieron en San Lázaro entre 2009 y 2011. El canciller aprovechó la remoción de Paco Rojas, para empujar a Ochoa al frente de la CFE; y tras el fracaso electoral de Manlio Fabio Beltrones en 2016, vino el impulso de Ochoa para presidir el priísmo nacional con profundas resistencias de la militancia, ante la escasa carrera partidista de un dirigente pendenciero, de formación tecnócrata, y relaciones cupulares.

Ochoa siempre demostró su lealtad política a favor de Videgaray, por encima del presidente Peña Nieto. En enero de 2017, Ochoa y Videgaray pretendieron convencer al mandatario para postular como candidata a gobernadora en la entidad a Ana Lilia Herrera Anzaldo, y desistir de la candidatura de Alfredo del Mazo. Al final, Peña se decantó por Alfredo, y el grupo político de Videgaray – Ochoa fue desplazado. Entre septiembre y noviembre pasado, la triada conformada por Videgaray – Ochoa – Nuño cerraron filas en torno a José Antonio Meade, hoy fatídico candidato presidencial, y ganaron la batalla al entonces secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong. Pero la tecnocracia ha demostrado su incapacidad política frente al más grande desafío electoral.

El ascenso de René Juárez como dirigente nacional del PRI demuestra una concesión al grupo político de Osorio Chong. Hasta enero pasado, Juárez Cisneros se desempeñó como subsecretario de Gobernación, cargo al que renunció a la salida de Osorio, próximo senador de la República. En la víspera, Osorio se negó a asumir la dirigencia nacional priísta, pero aceptó el guiño peñista para que uno de los suyos detente el control político de la campaña presidencial. En un último intento por acapararlo todo, Videgaray y Meade buscaron la remoción de Claudia Ruiz Massieu Salinas de la secretaría general, para instalar en la segunda posición de privilegio a la mexiquense Ana Lilia Herrera. Al final, se impuso el salinismo, y Claudia -también aliada de Osorio- se mantuvo firme en el cargo.

René Juárez y Claudia Ruiz Massieu -ambos fórmula senatorial por Guerrero en 2012- enfrentarán en la toma de decisiones y el control político de la campaña a Aurelio Nuño y Eruviel Ávila. Otra vez Osorio y Videgaray en una batalla de poder, cuyas rencillas siempre han derivado a lo largo del sexenio en el deterioro del peñismo, y que ahora tiene como principal damnificado a Meade y su aspiración presidencial. Y mientras tanto, Meade está imposibilitado de asumir decisiones de la campaña, sujeto al predominio de Peña que se niega a ceder un ápice de poder a su candidato presidencial, y a los caprichos de un canciller, que ve en el abanderado priísta a un subordinado más del gabinete. La debacle electoral que anticipan las encuestas es una combinación de factores, de un priísmo que hoy pelea por los vacíos de poder.

De confirmarse las desalentadoras encuestas electorales, que anticipan una estrepitosa derrota de Meade en julio próximo, el control político del priísmo nacional será uno de los últimos reductos de poder ante el fin del sexenio peñista. Ahí, Osorio Chong parece haber dado un paso al frente para favorecer a su grupo político, y asumir el control político a partir del próximo primero de diciembre, con el arropo del propio Peña Nieto, y la sombra del salinismo. La salida de Ochoa y la inminente derrota de Meade, advierte la caída de Videgaray y la tecnocracia que ha lacerado al actual sexenio.

 

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