Toluca, Edomex. 02 de agosto de 2018.- La lista de desempleo entre las filas priístas a partir del mes de enero parece interminable. Por un lado, estarán los cientos de funcionarios federales, parte de la clase gobernante del Estado de México, que actualmente laboran en dependencias centrales del Gobierno de la República. Hace seis años, emprendieron el viaje y la aventura del sueño presidencial, pero serán los primeros damnificados que engrosarán el desempleo antes de recibir siquiera su aguinaldo en el próximo diciembre.
En segundo lugar, se debe enumerar a las decenas de funcionarios que trabajan en las delegaciones federales, con sede en el Estado de México. Esas mismas delegaciones que López Obrador pretende desaparecer durante su sexenio, pero que agrupan a delegados cercanos al gobernador en turno, y que en los últimos seis años permitieron arropar a decenas de mexiquenses. En los mandos medios y superiores, todos los servidores están plenamente identificados con el priísmo que fue castigado en las urnas hace un mes.
Y finalmente, en el mes de enero, el PRI entregará el poder en la mayoría de los Ayuntamientos, que del 2009 a la fecha sirvió de refugio como bolsas de empleo, particularmente en municipios prioritarios y de altos sueldos como Toluca, Tlalnepantla, Ecatepec, Metepec, Coacalco, entre otros. Eso incluye a los alcaldes salientes y a los candidatos perdedores de la pasada elección. De ahí, miles de priístas también se quedarán sin empleo, ante la vorágine morenista que dominará todos los espacios del poder público.
En el año 2000, frente al efecto Fox, el entonces gobernador Arturo Montiel se dedicó a crear dependencias, a proliferar cargos públicos y dar cabida a muchos de los priístas que salieron derrotados en las urnas. A la distancia, se ve sumamente complejo que el gobierno de Alfredo del Mazo pueda arropar a miles de funcionarios que dejarán de trabajar en el gobierno federal, en las delegaciones federales y en los ayuntamientos. El PRI estatal tampoco se advierte como una solución viable y lógica. Al priísmo se le vendrán tiempos de vacas flacas.
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César Camacho se encuentra desesperado, buscando mecanismos para revertir el resultado que lo dejó fuera del Senado de la República. El exgobernador mexiquense se resiste a asumir el repudio que recibió del electorado en las urnas. Precisamente, gran parte del problema sobre la desaprobación hacia el priísmo, es la aparición de los nombres de siempre. De ahí, que hasta la estructura les haya dado la espalda. Las impugnaciones de Camacho Quiroz fueron rechazadas, porque anular casi 800 casillas para alcanzar su objetivo parece un despropósito a la elección de julio.
Lo cierto es que el dos veces diputado federal y una vez senador no entiende que no entiende, pero su grupo de abogados agotará todas las instancias en su afán por seguir viviendo del presupuesto. Aunque todas las señales anticipan que César también formará parte de esa clase gobernante que quedará en el desempleo.
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