Redacción
Toluca, Edomex. 18 de septiembre del 2017.- «Lupita somos tu voz…» fue el grito que retumbó frente al palacio de gobierno del Estado de México; las voces de apenas un puñado de personas se ahogaron en la extensión de la Plaza de los Mártires, pero demostraron la indignación que dejó un feminicidio más, el cual llenó de sangre la tierra de la pequeña comunidad de El Vidrio en Nicolás Romero.
Las mantas mostraban el rostro de una mujer joven, estudiante de Derecho en la Universidad Nacional Autónoma de México, quien encontró su muerte con el rostro destrozado por lapidación y más de 17 puñaladas que rasgaron su piel, sus emociones y cortaron su vida.
Su hermana, Juana Benítez, narra los últimos momentos en que tuvieron contacto con ella y señala que era víctima de violencia por parte de su pareja sentimental, por lo que presumen que la violencia llegó a su máxima expresión el pasado seis de julio, cuando fue encontrado el cuerpo sin vida de Lupita tirado en medio de un camino de terracería.
A partir de ese momento, la familia Benítez comenzó con un tortuoso y largo proceso ante la Fiscalía General de Justicia del Estado de México para encontrar al responsable del homicidio; sin embargo, a dos meses de que se registró este asesinato aún no se tienen elementos para determinar la responsabilidad de estos hechos.
Al igual que un centenar de mujeres más, el caso de Guadalupe Benítez ha quedado varado entre la inoperancia de las autoridades para resolver este tipo de casos y la clara percepción de que el Estado de México es un lugar peligroso para las mujeres.
Como pasa con otras manifestaciones, en esta ocasión los inconformes fueron recibidos por las autoridades estatales, con la esperanza de que el nuevo gobierno tome acciones para evitar que la historia de Lupita se replique en otras mujeres, pero también de encontrar un poco de justicia en el dolor que ha dejado el homicidio de otra mujer, que continúa manchando de sangre la tierra mexiquense.
