Redacción
Toluca, Edomex. 01 de julio de 2018.- Con la disputa de mil 682 cargos de elección popular, el Estado de México acudirá a las urnas, en lo que puede marcar un clivaje en la vida política y pública del que hasta hoy representa el más preponderante bastión electoral del priísmo nacional y paradójicamente tierra natal del presidente Enrique Peña Nieto.
Este domingo, más de once millones de votantes asistirán a 19 mil 298 casillas donde recibirán cinco boletas electorales, donde podrán votar por los cargos de presidente de México; senadores, diputados federales y locales; así como la renovación de 125 ayuntamientos, entre alcaldes, síndicos y regidores.
Hace seis años, la entidad mexiquense forjó el triunfo electoral de Peña Nieto y generó un efecto multiplicador para posicionar al PRI como la primera fuerza política del país. A la distancia, el peñismo ha generado un escenario adverso que puede representar la derrota más estrepitosa del priísmo mexiquense.
El año pasado, la elección por la gubernatura estatal arrojó un resultado abrumador, al ubicar al PRI como segunda fuerza electoral y otorgarle a Morena la primera posición de los comicios. Alfredo del Mazo Maza logró la hazaña para ganar y convertirse en gobernador derivado de la suma de los votos de sus aliados electorales: Partido Verde, Nueva Alianza y Partido Encuentro Social.
El Estado de México cuenta con el padrón electoral más numeroso del país con 11 millones 842 mil 742 ciudadanos. Su peso en las votaciones resulta abrumador al aportar uno de cada diez sufragios de la elección nacional.
Además, el contexto electoral pone por delante una nueva figura legal: la reelección. La también llamada elección consecutiva tiene en las boletas electorales a cerca de 30 presidentes municipales y una decena de legisladores locales que pretenden permanecer en el cargo otros tres años.
Morena enfrenta un escenario inédito por concitar las preferencias de quienes están dispuestos a votar en contra del régimen político, y hacer de López Obrador el mismo efecto electoral del panista Vicente Fox hace 18 años, y que el priísta Enrique Peña hace seis años.
No sólo eso. A diferencia de hace un año, cuando Morena arrasó en municipios del Valle de México como Ecatepec, Texcoco, Tecámac, Tlalnepantla, Coacalco, Cuautitlán Izcalli y hasta Naucalpan, ahora contiende en alianza electoral con el Partido del Trabajo y el Partido Encuentro Social en los comicios locales.
Morena podría confirmar su buen paso del año electoral reciente. De reiterarse como primera fuerza electoral, su apuesta es erigirse como mayoría en la legislatura local, y dominar el espectro político de alrededor de 40 municipios, incluidos cinco de los diez más poblados del estado. Desde esa posición inmejorable, aportar el número de votos suficientes para el posible triunfo electoral del tres veces candidato presidencial, Andrés Manuel López Obrador.
En su mejor escenario, Morena ya piensa en la proyección a mediano plazo para construir un contexto político suficiente, que les permita incluso ganar la próxima elección de gobernador, en un plazo de cinco años.
En una segunda coalición electoral, se encuentra el bloque conformado por el Partido de la Revolución Democrática, el Partido Acción Nacional y Movimiento Ciudadano. Una alianza que sólo se hizo de facto, pues en la operación electoral las estructuras del PRD y PAN nunca amalgamaron una estrategia que les permitiera ser más competitivos en municipios que anteriormente eran sus principales bastiones como Toluca, Metepec, Atizapán de Zaragoza, Naucalpan, Cuautitlán Izcalli, Nezahualcóyotl, Chalco, Valle de Chalco y Chicoloapan.
Los esfuerzos han sido aislados, de acuerdo a los hombres y mujeres que encabezan las planillas de los ayuntamientos. La conjunción de tareas simplemente no se reflejó en los trabajos proselitistas de ambos partidos. En caso de que logren ganar algunos municipios importantes, se advierte un rompimiento entre los integrantes del cabildo que nunca terminaron por entenderse o sumarse a una alianza electoral irreconciliable de principio a fin.
El escenario electoral entre panistas y perredistas es una absoluta incógnita. Su mayor interés está en conservar sus bastiones, como Huixquilucan y Nezahualcóyotl, y lograr recuperar otros municipios que han sido emblemáticos para sus grupos políticos. Su contexto en la próxima legislatura local, podría representar un factor de pesos y contrapesos, siempre y cuando tomen decisiones como un bloque legislativo; de lo contrario, serán fuerzas minoritarias sin capacidad de incidir en la gobernabilidad del estado.
Por su parte, el PRI contiende en solitario. En la víspera del arranque de las campañas electorales, la cúpula priísta rompió todo tipo de alianzas y pactos con el Partido Verde y Nueva Alianza. En tanto, PVEM y Panal, por separado, han postulado a cuadros militantes del PRI, excluidos del reparto de candidaturas, cuya condición ha venido a mermar todavía más las preferencias del partido en el poder, que juega contracorriente por la animadversión, rechazo y voto de castigo que genera entre los electores.
El priísmo apuesta al segundo lugar de la contienda mexiquense. Desde esa trinchera recuperar el terreno perdido: alcanzar al menos cincuenta municipios y cerca de 25 diputados locales (entre los de mayoría y plurinominales), que le permitan un amplio margen de gobernabilidad al mandatario Alfredo del Mazo, que a casi un año de haber asumido el cargo, podría amanecer con un escenario opositor complejo y obligado a ceder espacios o decisiones con sus adversarios.
La elección del Estado de México adquiere un morbo mayor, por tratarse de la tierra natal de Enrique Peña, y que representa además el primer desafío electoral de Alfredo del Mazo como gobernador del estado. La moneda está en el aire.
