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El Manual de Maquiavelo 14-05-2021

Francisco Ledesma / Las fake promesas

La proliferación de noticias falsas es una acción sistemática mediante la cual se pretenden afectar a instituciones públicas o privadas, cuya incidencia también se vuelve recurrente y viral en tiempos electorales con el propósito de influir en los votantes a favor o en contra de determinado partido político o candidato.

Sin embargo, en las campañas electorales que se llevan a cabo en el Estado de México hay otra epidemia con la misma gravedad de datos falsos: se trata de promesas de campaña que simplemente resultan inviables, ya sea por la falta de capacidad presupuestal, o bien, la imposibilidad en su ejecución institucional.

La mayoría de los candidatos a presidentes municipales, ya sea de municipios grandes o pequeños, ponen sobre su agenda pública la constante mejora en rubros como educación, salud y empleo. Lo cierto es que, en la esfera municipal no cabe ni por asomo la cobertura educativa o sanitaria; mientras que, el empleo puede alcanzar apenas como un incentivo de su reactivación económica.

Quienes aspiran a encabezar los 125 ayuntamientos prometen una mayor obra pública e inversiones en infraestructura urbana de manera inconmensurable: dejan de lado las limitaciones presupuestales y hasta las reglas de operación de cada uno de los fondos financieros destinados a cada uno de los municipios.

Si bien, los gobiernos municipales resultan las autoridades más cercanas a sus habitantes, también son quienes enfrentan mayores limitaciones institucionales, humanas, presupuestales y hasta legales para atender las necesidades sociales.

Un buen piso político, sería conocer por cada ayuntamiento su situación financiera y la capacidad de gasto público en los temas inherentes al municipio: obra pública, seguridad ciudadana, servicios públicos y desarrollo urbano.

Por parte de los candidatos a diputados federales y locales, su capacidad de gestión parece interminable en caso de ganar el próximo mes de junio.

Todos los aspirantes a legisladores profesan la capacidad de aumentar recursos a la educación, la salud, la infraestructura urbana y demás temas de la agenda pública que coincidan con sectores sociales: indígenas, mujeres, adultos mayores, niños, deportistas, artesanos e investigadores, entre muchos más.

En un contrasentido, han llegado a proponer el cobro de menos impuestos: por ejemplo, reducir la tasa del IVA de un 15 al 10 por ciento, en cuya circunstancia no existirían condiciones para cubrir las miles de promesas de campaña.

Desde su oferta política, plasman sólo buenas intenciones: promover, impulsar, proponer y gestionar una serie de acciones que no los vincula ni los obliga a nada. En la estrategia electoral que transcurre cada tres años, sólo procuran inyectar una motivación emocional a favor de su candidatura.

Lo infaltable: candidatos que proponen aumentar las penas para delitos graves como la gran panacea frente a los altos índices de impunidad criminal. El problema no es la gravedad del castigo, sino la falta de procuración de justicia.

La superficialidad de las candidaturas transita desde la construcción de su imagen: todos los candidatos recurren a filtros o arreglos digitales. Candidatos que pretenden parecer más jóvenes, delgados o hasta con tez blanca y dentadura perfecta. Mienten desde la construcción y la proyección de su imagen.

En resumen, la plataforma electoral que presentan los candidatos a alcaldes y diputados federales y locales no pasaría por el tamiz del polígrafo, simplemente porque algunas promesas electorales no corresponden a las facultades del cargo por el que compiten, o bien, por la insuficiencia presupuestal o la inviabilidad de su ejecución. Y no hay distinción entre todos los contendientes.

La tenebra

El presupuesto de los municipios no alcanza para construir 125 Disneylandias en los próximos tres años.

El país y el Estado no están para cobrar menos impuestos y otorgar más recursos a donde hace mucha falta.