Francisco Ledesma / El Grupo Atlacomulco cumple… 80 años
Este sábado 5 de marzo, se cumplen 80 años de haberse perpetrado el asesinato del gobernador mexiquense, Alfredo Zárate Albarrán, en medio de pugnas caciquiles posrevolucionarias, que resolvían las diferencias políticas por medio de incontables crímenes. Su muerte marcó la fundación del Grupo Atlacomulco.
Luis Amendolla, relata en La revolución comienza a los cuarenta que, la disputa del poder político local era protagonizada por rivapalacistas y gomistas; con los segundos se identificaba a Wenceslao Labra, quien alcanzó la primera magistratura del Estado de México. En su narrativa, se distingue un amplio activismo de grupos locales, y la resistencia hacia el designio presidencial.
Arropado por Labra, en 1941, el senador Zárate, se convertiría en mandatario mexiquense en el sexenio de Ávila Camacho. Gobernó apenas seis meses.
Sobre los motivos de su asesinato hay diversas hipótesis: la más sonada, es que agrupaba a un puñado de gobernadores que se habían convertido en un contrapeso del Ejecutivo Federal; sin embargo, desde el escenario local, se advierte que al asumir la gubernatura, se confrontó abiertamente con Labra; y también existirán pugnas personales con su homicida, Fernando Ortiz Rubio.
En medio de una borrachera, en el lienzo charro de Toluca -donde hoy se ubica la Fiscalía General de Justicia-, Ortiz Rubio disparó a quemarropa. El gobernador en turno murió el 8 de marzo, y los grupos locales buscaron un reemplazo.
Desde Los Pinos, la decisión se decantó a favor de Isidro Fabela, un reconocido diplomático, originario de Atlacomulco, pero avecindado en Cuernavaca, desde donde pretendía gobernar apenas un interinato mientras se convocaba a nuevas elecciones en el Estado de México. La seducción del poder político, lo llevó a sobornar a diputados y alcaldes para prolongar su mandato hasta concluir el periodo de Zárate Albarrán, y tener como residencia la entidad mexiquense.
Cuando llegó el momento de heredar el poder político, lo hizo como un ejemplo dinástico a favor de su sobrino, Alfredo Del Mazo Vélez, quien en corto tiempo se había desempeñado como secretario de gobierno y tesorero de Fabela.
Ese clivaje, entre la muerte de Zárate y el ascenso al poder de Fabela, marca el origen del Grupo Atlacomulco, de cuyo municipio han emergido gobernadores como Salvador Sánchez Colín, Arturo Montiel Rojas y Enrique Peña Nieto.
Los caciques locales no dejaron de existir, pero entendieron una rápida forma de adaptación hacia el nuevo liderazgo político impuesto desde Palacio Nacional. El PRI se consolidaba como un partido que resolvería las fracturas de grupos locales por medio de las decisiones impuestas, y la compra de voluntades.
No debe pasar desapercibido que, la referencia fundacional del Estado de México que conmemora el gobernador en turno cada 2 de marzo, guarda una cercanía en tiempo y espacio al 5 de marzo, en un crimen de estado que marcará un proceso de pacificación para resolver las pugnas políticas desde el partido único.
Se trata de la prevalencia de un priísmo que se ha mantenido incólume en el ejercicio de la gubernatura mexiquense por los últimos 80 años, muy a pesar de los vaivenes electorales, y de los abusos de poder cometidos por su militancia.
Lo cierto es que, en las efemérides del calendario cívico del estado, la muerte de Alfredo Zárate resulta invisible, aun cuando marcó un clivaje en el ocaso de los gomistas, y el surgimiento del Grupo Atlacomulco, que se resiste a la entrega del poder mexiquense, y se alista para la batalla más ríspida de su historia, la elección de gobernador del año 2023.
La tenebra
Se llenarán cientos de páginas de tinta para descubrir a favor de quien, los exgobernadores priístas buscan heredar el poder político que tomaron por asalto hace apenas 80 años.