Francisco Ledesma / Una campaña clientelar
El arranque de las campañas electorales ha puesto de manifiesto dos elementos prioritarios para las candidatas a la gubernatura del Estado de México: por un lado, las tareas de proselitismo están encaminadas a quienes se encuentran plenamente convencidos de votar por ellas; y por otra parte, la principal apuesta de su propuesta electoral está en la entrega de dádivas económicas para los sectores de la población que se ubican en la más alta marginación o pobreza.
En esencia, tanto Alejandra del Moral como Delfina Gómez han desarrollado actos masivos de campaña; donde se concentran a miles de simpatizantes de sus partidos políticos, quienes son los encargados de la promoción y movilización de votantes el día de la elección. En un despilfarro de recursos acostumbrado, las candidatas a la gubernatura dialogan con quienes ya están convencidos de sus proyectos para que lleven su mensaje a electores potenciales.
Lo cierto es que, las candidatas no tienen un discurso destinado al grupo de votantes indecisos; mucho menos dirigen algún mensaje o propuesta para quienes en definitiva rechazan a la clase gobernante en su conjunto. Se trata de campañas tradicionales, como las que se realizaban hace veinte o treinta años.
Alejandra y Delfina tienen una alta presencia en redes sociales, pero simplemente como una moda: difunden fotografías que las hacen ver cercanas a los votantes, con un alto poder de convocatoria en medio de las multitudes que promueven su oferta electoral, videos que muestran diversas entrevistas otorgadas en medios electrónicos; una réplica de su proselitismo cotidiano.
Sin embargo, en esas plataformas digitales, Del Moral y Gómez llegan a las mismas audiencias, militantes y simpatizantes que buscan viralizar el mensaje de las campañas electorales, que discuten entre posiciones políticas que se muestran adversarias, pero sin ningún alcance innovador que permita construir una elección más informada, o destinada siquiera a las nuevas generaciones.
Ahora bien, entre sus primeras propuestas electorales, Alejandra del Moral ha anunciado la evolución del Salario Rosa, al que en un eventual futuro, denominará como Salario Familiar; en cuyo apartado promete que este apoyo económico -de tres mil pesos bimestrales-, ahora busca beneficiar a hombres, mujeres, adultos mayores, niños, pueblos originarios, entre otros.
Por su parte, Delfina Gómez ha propuesto que mantendrá el Salario Rosa, al que también cambiará de nombre, al que designará Mujeres del Bienestar, pero ha considerado necesario incrementar el apoyo económico, y evitarle cualquier condicionamiento político en su entrega, para beneficiar a más mexiquenses.
En síntesis, la priísta y la morenista, establecen como una tarea primordial del gobierno, la distribución de dinero en efectivo para beneficiar a los sectores más pobres de la población. A la vista, se puede advertir que esta dádiva económica impactará a los sectores de más alta marginación, o bien, a las estructuras electorales que asisten a los mítines de las campañas electorales.
Está claro que, al menos en esta primera oferta electoral, las candidatas no han presentado propuestas para las clases medias, aquellas que pueden tener un negocio propio o un empleo estable, pero que difícilmente podrán votar en un programa de gobierno que no los incluye ni los intenta de convencer.
Las campañas electorales demuestran desde ahora, la clase gobernante que pretende asumir el poder público para el próximo sexenio, con poca imaginación, las formas más tradicionales para convocar al voto, y seducirlos a partir de la entrega de dinero el día de la elección, o por los próximos seis años.
La tenebra
Frente a campañas electorales que no han cambiado un ápice, podemos esperar gobiernos que le apuesten a las clientelas electorales para beneficio propio, y su prevalencia en el poder público. Los dos proyectos se distinguen, uno del otro, por matices poco perceptibles.
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