La ecuación femenina Francisco Ledesma
Michoacán, emblemática tierra cardenista, gobernada en distintos momentos por Lázaro Cárdenas y su hermano Dámaso; así como por su hijo Cuauhtémoc y su nieto Lázaro, en poder del perredismo desde 2002, se encuentra en posibilidad -según lo revelan diversas casas encuestadoras- de ser gobernada por primera ocasión por una mujer, y por las siglas del PAN; bastión en el que alguna vez sucumbió electoralmente Felipe Calderón frente al priísta, originario de Zitácuaro, Víctor Manuel Tinoco Rubí en el lejano 1995.
Tinoco Rubí fue el último gobernador priísta, y en 2002 entregó la estafeta de gobierno a Lázaro Cárdenas Batel, ya enfundado en la bandera del perredismo -instituto político que fundó su padre en 1989, tras su salida del PRI y su afianzada candidatura presidencial de izquierda en 1988-. Lázaro heredó el poder a Leonel Godoy Rangel -muy cercano a la familia Cárdenas-; pero que a casi una semana de los comicios siente esa extraña sensación de entregar la plaza -y no en lenguaje de crimen organizado- sino a base de una guerra de votos que parece que el perredismo no será capaz de resistir.
Si la ecuación resultara afirmativa, y el domingo 13 de noviembre, ganara en los comicios Luisa María Calderón Hinojosa -la autollamada Cocoa por su color de piel-; el escenario electoral arrojaría dos conclusiones para la sucesión calderonista: La primera, favorable para su causa, se encaminaría a un voto de confianza hacia su gobierno, desde un sitio de alto valor simbólico por tratarse de la tierra de origen de Calderón, y donde inició su guerra contra el narco, que daría un refrendo a su estrategia anticrimen, con todo y el costal de mañas que marca a la elección de Estado, que le condena ampliamente tanto el PRD como el PRI.
La segunda, que sería una consigna irrefutbale en agravio del delfín de Los Pinos, Ernesto Cordero; el triunfo eventual de Cocoa daría un empuje inconmensurable para la causa que desde el género femenino abandera Josefina Vázquez Mota al interior del panismo, y desde cuya posición apuntala la competencia del partido en el gobierno. Una victoria de la hermana del presidente en Michoacán sería un tanque de oxígeno para romper con el conservadurismo que mantiene resistencias a la candidatura presidencial de Josefina en 2012.
El paradigma de la candidatura de Luisa María Calderón más allá de su parentesco con el Presidente en turno, pasa por entender su situación de mujer, y desde esa posición «vender» una real diferencia respecto de la forma de hacer política de los hombres. En su mensaje, diseñado por la mercadóloga Gisela Rubach -la misma que manejó la campaña electoral de Eruviel Ávila- se instala la idea de que así, como una mujer es capaz de guardar el orden en un hogar, lo puede traducir a un esquema de gobierno. De tajo, rompe con la idiosincracia que marca en el presidencialismo la vinculación a un «hombre» todopoderoso de decisiones unívocas e inequívocas.
Sea o no de los afectos en los análisis políticos, el futurismo que hoy aventuran algunas encuestas que dan por consumado el triunfo electoral de Cocoa, toparía con pared las caprichosas candidaturas que el calderonismo depositó en varones, y que derivaron en resultados fatídicos: Luis Felipe Bravo Mena -secretario particular del calderonismo- en el Estado de México; y Guillermo Anaya -compadre de Calderón- en Coahuila. Sería un balde de agua fría para la necedad aspiracional de la precandidatura corderista.
En ese escenario, no se deben soslayar los damnificados políticos de la derrota. Allí se ubica al aspirante presidencial Enrique Peña Nieto, que ha otorgado desmesuradamemte su apoyo al experimentado Fausto Vallejo -cuatro ocasiones alcalde de Morelia-, pero en caso de salir con la elección perdida, se llevaría al cajón de la política-ficción el imaginario que construye al indestructible efecto Peña. Algo que ya arrastra como lastre desde los comicios por las gubernaturas de Baja California Sur y Guerrero, en derrotas irremediables con olor a fracaso.
En el caso de Humberto Moreira, dirigente nacional del PRI, -en medio del escándalo de endeduamiento que envuelve a Coahuila-, podría enfrentar su primera derrota electoral, previa a los comicios presidenciales, tras sus contundentes victorias en los estados de México, Coahuila y Nayarit, cuando se estrenó como presidente del tricolor. A él, más que a ningún otro actor político le urge desmarcarse de la derrota priísta que podría ser la justificante de su defenestración como líder del priísmo nacional.
La derrota del perredista Silvano Aureoles parece importarle a muy pocos más allá de la frontera michoacana. En total abandono han dejado los liderazgos de Andrés Manuel López Obrador y Marcelo Ebrard al proselitismo de Aureoles, un político formado en la familia del cardenismo. En el mandato de Lázaro Cárdenas Batel se desempeñó como alcalde de Zitácuaro, y secretario de Desarrollo Agropecuario. Desde 2006, era Senador de la República, y hoy está instalado en una posición de declive pronunciado que lo tiene enclavado en la curva del fracaso a él y a los Cárdenas en su bastión electoral.
De salir derrotados el 13 de Noviembre, el PRD habrá perdido en menos de tres años tres de sus cuatro bastiones electorales: Zacatecas, Baja California Sur y Michoacán. Por delante, tendrá el reto de mantener en su poder el Gobierno del Distrito Federal, y ser competitivos en la contienda presidencial, cuando a base de pugnas internas se lacera su prestigio, y pierde palmo a palmo el apoyo social que había ganado en algunas regiones del país. La barranca está muy cerca, frente a su incapacidad por superar las diferencias intestinas del partido del sol azteca.
Cierto es, que una derrota de la Cocoa, sería para el panismo cavar la tumba de su muerte. La crónica anticipada de su salida de Los Pinos, una posición que les costó más de 60 años de conseguir, y que les bastó una sola década para que se les arrebate de las manos. Felipe Calderón se juega la viabilidad de su propia sucesión, en el emblemático Michoacán que nunca se ha teñido de azul, pero que el 13 de noviembre podría abrirle un resquicio al panismo para permanecer en el poder presidencial por otro sexenio.
La Tenebra
Y resulta que la mayor figura de admiración política para el Grupo Atlacomulco no nació en Atizapán de Zaragoza, y ni siquiera era mexicano, sino guatemalteco. Parece que la tierra mexiquense está salitre para ascender a Los Pinos , a menos que los comicios de 2012 nos demuestren lo contrario.
