Redacción
Largo, tedioso y hasta aburrido resultó el segundo y último debate entre candidatos a la presidencia de México. El puntero se dedicó a administrar su ventaja y esperar misiles de sus adversarios que nunca llegaron. El segundo lugar lució apagado y desaprovechó la oportunidad de contrastarse con el primer lugar para restarle puntos. La tercera fue combativa, repartió candela a diestra y siniestra, pero a tres semanas de que concluya la contienda, parece demasiado tarde. El cuarto lugar ratificó que de político no tiene nada, pero sí mostró sus dotes de moderador.
Muy difícilmente lo acontecido en las casi dos horas y media que duró el debate, podrán variar las preferencias electorales. Lo más noticioso de lo que ocurrió de 20:00 horas a 22:30 fue el tweet del Presidente de la República Felipe Calderón, quien en el papel de colado, quiso quitarle protagonismo al debate.
Después de que López Obrador manifestara que ahorraría 300 mil millones de pesos sólo por quitar privilegios y reducir la nómina de la alta burocracia en el país, durante sus primeras intervenciones en el debate, Calderón posteó en su cuenta de Twitter: “Si el gobierno federal despidiera a todos los altos funcionarios, de directores, hasta presidente, se ahorraría 2 mil millones de pesos y no 300 mil millones”, como lo dijo el tabasqueño.
En las redes sociales, la intervención presidencial desató críticas al grado de que algunos admiradores de López Obrador se pronunciaron por presentar una denuncia penal por la conducta presidencial.
Lo que más se recordará de este debate serán las anécdotas. A Gabriel Quadri preguntando a sus oponentes si coinciden con sus propuestas y su desesperación por obtener respuesta. Las recurrentes equivocaciones o titubeos que tuvo Peña Nieto en cada una de sus intervenciones. Los largos silencios de López Obrador cuando le tocaba el turno de intervenir y su descuido de nunca ver a la cámara que lo enfocaba para la transmisión, o los ataques desesperados de Josefina Vázquez Mota para desacreditar a sus rivales.
A pesar de que los integrantes del movimiento #YosSoy132 se han convertido en protagonistas de la contienda, nadie los mencionó por su nombre. Sólo hubo pequeñas referencias a los jóvenes de los cuatro candidatos presidenciales. Tampoco se habló del tema que se ha discutido en la última semana, el pase de “charola” de los cercanos a López Obrador y por encimita, se tocó el tema del ex gobernador tamaulipeco Tomas Yarrington acusado de vínculos con el narcotráfico.
Los ataques no fueron nada innovadores. A Peña se le recriminó haberle dedicado la tesis de licenciatura a Arturo Montiel, y se acusó al PRI de ser autoritario. A López Obrador se le dijo intolerante y promotor de la división de los mexicanos. A Josefina se le insistió sobre sus faltas en la cámara de diputados y sobre su deslinde de Elba Esther Gordillo, a quien hace algunos años llamó “querida amiga” y a Quadri, o Cuadro, como le llamó la panista, se le recriminó su cercanía con la lideresa del Sindicato Nacional de Maestros.
No por nada, este debate no alterará las preferencias electorales, como no lo hizo el primero del pasado 6 de mayo, el cual fue infinitamente mejor.