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Escenas del pasado se asoman en el informe de Delfina Gómez

Francisco Ledesma

 

Toluca, Edomex; 25 de septiembre de 2024.- Para ser un nuevo régimen, el día del primer informe de gobierno de la primera gobernadora morenista se parecía mucho al del vetusto y desahuciado priísmo, cimentado aquí en el Estado de México, durante ochenta años bajo la sombra del Grupo Atlacomulco.

 

Una mañana lluviosa y un cielo nublado, ensombrecían un día histórico para la trayectoria política morenista. Delfina Gómez hizo posible que un gobernante en turno asistiera de nueva cuenta -tras doce años de ausencias- a la sede del Poder Legislativo para entregar su informe de gobierno; aunque fue un evento protocolario muy corto y suave; meramente simbólico y testimonial.

 

Atrás quedaron los años, donde hubo gobernadores que escuchaban posicionamientos e interpelaciones de diputados de todos los partidos políticos. Y es que, para colmo de males, la oposición está reducida en número, y también en ideas, en resistencia, y no son ni por asomo una rendija de frenos y contrapesos del pasado. Hoy todo es complacencia, displicencia y aplausos. Las componendas del poder desdibujan lo que pregonan en campañas electorales.

 

Delfina Gómez también regresó la presentación del informe al emblemático Teatro Morelos, ahí donde desfilaron las aspiraciones presidenciales de Arturo Montiel y de Enrique Peña durante los primeros once años del siglo veintiuno. La gran variante fue el clivaje de una nueva clase política que se ha empoderado del ejercicio del poder en el estado de mayor peso electoral del país, y que en la más reciente elección aportó cinco millones de votos para la causa de Claudia Sheinbaum que el 1° de octubre asumirá la Presidencia de la República.

 

La transformación ha sido transitar del Grupo Atlacomulco al Grupo Texcoco, pero varios paisajes de este día del informe fueron demasiado semejantes a los del priísmo mexiquense. Las vallas rodeaban a la Plaza de los Mártires, el Poder Legislativo y el Teatro Morelos para evitar cualquier protesta o evento que pudiera agriar el evento público de la primera morenista del estado. Las camionetas “machuchonas” rodeaban el primer cuadro de la capital mexiquense, aunque se advierte que ya no hay dispendios ni despilfarros.

 

El gobierno cercano y de puertas abiertas, citó desde muy temprano a los invitados de a pie, para ingresarlos dos horas antes del evento, y sentarlos en el segundo piso del recinto. Los invitados especiales, representada principalmente por la clase gobernante, fueron convocados para un evento que iniciaría con precisión al mediodía. Ahí estaban los mandos medios y superiores de gabinete estatal; diputados federales y locales; alcaldes en funciones y electos; líderes empresariales y los deportistas que hoy despuntan en fama pública para salir en la fotografía del momento.

Acompañada de la Plana Mayor morenista, Delfina Gómez arribó al Poder Legislativo minutos después de las once de la mañana, donde hizo entrega del informe a uno de sus más cercanos: Francisco Vázquez, hoy presidente de la Junta de Coordinación Política de la Legislatura estatal. Ahí, donde una abrumadora mayoría morenista será responsable de revisar, evaluar, y eventualmente, aplaudir el documento que relata los primeros doce meses de la gestión delfinista.

 

Apenas diez minutos más tarde, caminó hacia el Teatro Morelos para esperar la llegada de Rosa Icela Rodríguez, la egresada de la Escuela Carlos Septién, hoy encargada de la seguridad nacional, y quien a partir del martes de la semana entrante asumirá la Secretaría de Gobernación desde Bucareli.

 

En la víspera de su ingreso al Teatro Morelos, Higinio Martínez y Mariela Gutiérrez felicitaron a la gobernadora, y se disculparon, porque una sesión plenaria en el Senado de la República los obligó a retirarse, y cumplir con una votación más, ahora sobre la Guardia Nacional con el aval de la Cámara Alta.

 

Ya en el recinto, engalanado con los colores guinda que identifican a Morena, Delfina Gómez se quitó la gabardina negra que la protegía de la lluvia y el gélido clima toluqueño. Enfundada en un vestido gris, subió al templete, y flanqueada por el lábaro patrio y el escudo del Estado de México, enunció su primer mensaje de gobierno. La mandataria ha educado su entonación. Se distingue mesura y compostura. El morenismo ha comenzado un amplio y vertiginoso aprendizaje sobre el ejercicio de gobernar.

 

Ahí, habló sobre los privilegios y la corrupción de sus antecesores, mientras escuchaban con atención los exgobernadores del viejo régimen: Emilio Chuayffet y Arturo Montiel. Prometió retomar la construcción de los hospitales inconclusos herencia de Eruviel Ávila, quien ni se inmutó en la primera fila del recinto, y quien ya se asume parte del segundo piso de la Cuarta Transformación. La ausencia de César Camacho, y la defenestración pública de Enrique Peña y Alfredo Del Mazo, también marcaron este primer informe delfinista.

 

Para cerrar el evento, Delfina Gómez mostró gratitud para Andrés Manuel López Obrador, responsable de su vertiginosa carrera política que, en apenas once años transcurrió por la alcaldía de Texcoco, San Lázaro, el Senado de la República, la delegación de programas del bienestar, la Secretaría de Educación Pública, y dos veces candidata a la gubernatura del estado. Comprometió a seguir trabajando con Claudia Sheinbaum, sin abandonar las causas sociales.

 

Bajo las arengas de “gobernadora”, “gobernadora”, la mandataria insistió en su querencia hacia los electores. Reiteró en que no les fallará a los mexiquenses, y que gobierna para todos. A Delfina Gómez le restan cinco años en la búsqueda de pavimentar el camino de la Cuarta Transformación desde el Estado de México. Para este propósito, la gobernadora ha decidido recorrer una ruta muy parecida a la del viejo régimen, con horizontes muy semejantes a los del Grupo Atlacomulco.

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