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El Manual de Maquiavelo 21-07-2023

Francisco Ledesma /  Las causas de la derrota

El PRI se encuentra en etapa de desahucio. Y muy a pesar del fracaso electoral del pasado 4 de junio, cuando perdió por primera ocasión la gubernatura del Estado de México, las élites del poder público han sido incapaces de procesar la derrota y de asumir los errores que los llevaron a perder en las urnas; pues a la distancia cometen las mismas fallas, y probablemente volverán a ser vencidos en los comicios del 2024. Aquí un breve recuento de las razones de la derrota.

 

Pensar que la derrota del 2023, es responsabilidad absoluta del gobernador en turno, no sólo es insostenible en cualquier lógica electoral, sino inaceptable cuando se tiene como escenario la defenestración política del priísmo como nunca antes, cuyo reflejo es la pérdida de 30 elecciones estatales en los últimos seis años. El desgaste de poder de los últimos años ha sido sostenido; y eso también se ha visto reflejado en la sistemática pérdida de votantes.

 

Por otra parte, la invención de una candidata que estaba probado había sido derrotada una y otra vez en elecciones pasadas. Aún más, Alejandra del Moral enfrentaba un desgaste partidista inconmensurable. En su calidad de dirigente, había demostrado el talante de la soberbia hacia los delegados y demás estructuras partidistas, quienes le cobraron factura en la elección reciente.

 

No obstante, también es inaceptable que con otra candidata el resultado hubiese sido distinto. Los electores ejercieron un voto de castigo hacia el priísmo, sin importar la candidata. El problema central es la marca del partido. Ahora bien, desde la indisciplina, quienes con el arropo de la dirigencia nacional buscaron arrebatarle la decisión de la candidatura al delmacismo, contribuyeron a un escenario de fractura y de escisión que rompió la unidad del priísmo.

 

En esa coyuntura, ese puñado de diputado federales afines al impresentable Alejandro Moreno, asumieron posiciones electorales desde las cuales se pronunciaron por la simulación, y hoy, con la derrota a cuestas, buscan tomar el control del partido para la repartición de candidaturas del 2024.

 

Otro factor negativo -que los mismos de siempre no observan- es la prevalencia de una clase gobernante que ha recorrido todos los cargos públicos, y mantiene su esperanza en volver a las urnas para el año entrante: una y otra vez.

 

Desde la dirigencia priísta, se apostó a que esos liderazgos contribuirían con su operación política a la cuenta de los votos; sin embargo, en la actualidad restan más de lo que suman con apellidos como Manzur, Urbina, Sámano, Zarzosa, Cárdenas, Santana, Monroy, Herrera y demás liderazgos que permanecen enquistados en el poder político un cuarto de siglo o incluso un poco más.

 

El activismo electoral priísta sigue enraizado en prácticas que funcionaron cuando este país no conocía la alternancia electoral. Las estructuras piramidales no solamente son disfuncionales, sino ineficaces, obsoletas y costosas. Sin embargo, los estrategas de la campaña -son los mismos- y lo hacen con el mismo método que hicieron ganar a Arturo Montiel hace más de dos décadas.

 

En seis años, la narrativa electoral no ha logrado erigir una oposición robusta, o al menos con un mínimo de identificación y credibilidad para los votantes. El PRIAN, en general, insiste en que la descalificación al lopezobradorismo será la fórmula del éxito electoral, pero no existe un programa de gobierno que genere empatía y motivaciones para salir a votar. Sus negativos son mayúsculos.

 

A las fallas sistemáticas que enfrenta el PRI desde las últimas dos décadas, hay que adicionar lo que muchos acusan una de las principales causas de la derrota: la carencia de recursos económicos, cuando en su idiosincrasia se mantiene la falsa idea de que gana quien más gasta. La falta de creatividad es una constante.

 

La tenebra

La piel sensible de la clase política se resiste a cualquier tipo de crítica; y su proclividad a la censura también es síntoma para todo fracaso electoral.

 

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