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El Manual de Maquiavelo 19-01-2024

Francisco Ledesma /  La oposición sigue sin entender

El bloque opositor no entiende que no entiende. Han transcurrido casi seis años del ascenso de Morena al poder público, periodo en que el PRIAN ha sido incapaz de haber construido una candidatura presidencial sólida, carismática e ideológicamente potente; ni tampoco ha acercado lo necesario para construir un discurso que pueda conectar con grandes sectores del electorado que sienten un desánimo por el gobierno actual, pero que no logran convencer para estar a favor de la opción opositora.


La precampaña de la panista Xóchitl Gálvez es una calca del fallido proselitismo de Alejandra del Moral en el Estado de México, donde no existe un proyecto electoral o de gobierno; y la narrativa discursiva se concentra en atacar al lopezobradorismo, y llevar al tabasqueño a la boleta electoral de manera absurda, cuando se deben considerar sus altos niveles de aprobación electoral, y aún más, su liderazgo moral al interior de su movimiento. 


El PRIAN ratifica lo que se escucha en cada conferencia mañanera y el imaginario de que la pugna es entre fifis y chairos, conservadores y liberales, corruptos e impolutos. Y en esta lógica, únicamente convoca a favor de su proyecto electoral a los anti AMLO, un segmento insuficiente para ganar una elección que requiere una votación copiosa -con relación al porcentaje de participación- si lo que se busca es obtener más sufragios que el oficialismo.


Xóchitl Gálvez ha recuperado su personalidad espontánea y su estilo propio, dicen sus aplaudidores; lo cual resulta insuficiente, porque no ha logrado conectar con los votantes que están arrepentidos de haber votado por López Obrador, o aquellos que no son el nicho de beneficiarios de los programas sociales del régimen morenista. Las clases medias no encuentran en la oferta electoral del PRIAN una motivación suficiente para votar a su favor; mientras que sus élites partidistas representadas por Alejandro Moreno o Marko Cortés, sólo han confirmado que han sido incapaces de combatir la corrupción, las componendas y los pactos inconfesables.


La abanderada panista sólo ha modificado el Valiente de Alejandra del Moral, por el adjetivo Fuerte como tú, que representa un adjetivo repleto de ambigüedad como su campaña electoral, que una y otra vez, recorre los ataques sistemáticos hacia López Obrador. Al igual que Del Moral achacaba a Delfina Gómez de ser un títere del presidente y no querer debatir, Gálvez ha repetido el esquema sin mayor impacto en la discusión pública. Xóchitl no entiende que el crecimiento en las encuestas debe darse a partir de su propio talento -más allá de su historia de vida-, y no del detrimento de Claudia Sheinbaum, cuyas bases electorales están determinadas por el oficialismo.


En síntesis, la precampaña de Xóchitl Gálvez es un llamado a las huestes lopezobradoristas -que no son las mismas que Morena- para que salgan a votar masivamente frente a la amenaza del retorno del PRIAN. Y poco ha logrado avanzar para convencer a los indecisos de ir a su favor, porque no hay una oferta electoral propia; y muy por el contrario, diariamente se sube a la agenda pública que marca la política del país desde Palacio Nacional. La panista debe entender que su rival es Sheinbaum, y que pelearse a diario con el presidente le resulta contraproducente en todas las dimensiones posibles.


Las élites prianistas advierten el riesgo del fracaso electoral. Por eso, las dirigencias opositoras trabajan en el blindaje de sus intereses políticos. Desde ahora, con la designación de las candidaturas a senadores y diputados federales, se advierte que las posiciones de privilegio -los listados de representación proporcional- serán reservados para la burocracia dorada partidista, y evitar el riesgo de la derrota electoral que parece irreversible a cuatro meses de los comicios del 2 de junio.


En el fondo, el PRIAN está muy poco interesado en vencer a Morena; o bien, reconocen que el desafío es imposible. En doce años, el PRIAN ha sido incapaz de presentar un cuadro gobernante que motive a las masas de votantes, y eso ejemplifica sus excesos en el ejercicio del poder y su nulo entendimiento para construir un buen candidato. 


En el 2018, el PRI apostó por un candidato externo, identificado con la tecnocracia y que en esencia resultó el peor abanderado de su historia: José Antonio Meade. El PAN abandonó su legado doctrinario, y tampoco tuvo la capacidad de tener un gobernador que impulsara por sus resultados o su carisma, como en antaño; se impuso la burocracia de partido con Ricardo Anaya. 


A la distancia, los bandazos fueron evidentes, transitaros desde Lily Téllez, una senadora con demasiadas limitaciones, que para colmo de males llegó al poder político impulsada por Morena; más tarde, Santiago Creel levantó la mano como ha ocurrido en las últimas cuatro elecciones internas panistas; y en un acto desesperado impulsaron la figura de Xóchitl Gálvez, que tiene pocas luces en su carrera política, pero jugará al sacrificio personal, cuyo propósito final es generar equilibrios en el Congreso de la Unión, frente a lo que parece irrefrenable: el avance del segundo piso de la Cuarta Transformación.


La tenebra

Cuando Eruviel Ávila expresó su apoyo total por Claudia Sheinbaum, dijo que lo hacía por el compromiso personal y político que tiene la precandidata presidencial con la educación. La premisa es una absoluta contradicción cuando el ecatepense tuvo como secretarios del ramo a Raymundo Martínez -hoy preso en Almoloya de Juárez-, y a Ana Lilia Herrera, que sólo ocupó ese encargo para sus ambiciones fallidas electorales del 2017.



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