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El Manual de Maquiavelo 15-03-2024

Francisco Ledesma /  El engaño de la reelección

Ganar elecciones contempla ganar la confianza del votante; y hoy las élites políticas consideran que la reelección representa una garantía para aprovechar el capital político de alcaldes y legisladores -quienes ya previamente triunfaron en una elección-, como para retener esas parcelas de poder; y que en el balance de las urnas, al menos mantener ese equilibrio entre las fuerzas partidista.

 

Resulta falso que los partidos políticos y su clase gobernante consideren que la elección consecutiva sea una fórmula de profesionalización de presidentes municipales y diputados locales, quienes en lo absoluto plantean o persiguen proyectos que pudieran consolidarse en más de tres años.

 

No hay de por medio una exigencia de los partidos políticos para tener gobernantes o legisladores ejemplares en el ejercicio de sus funciones. Lo que realmente importa es su lealtad partidista -la cual se pone en duda cada que un político se ve desplazado en la próxima elección-; y lo que más importa es su capacidad de ganar votaciones, sin importar su reputación personal.

 

El interés de los alcaldes en funciones no está en presentar planes de gobierno de mediano plazo -para entonces sí, generar un gobierno sexenal que trascienda en obras de infraestructura o políticas públicas-; su inmediatez, su ambición personal y sus intereses políticos se concentran en el ejercicio presupuestal de cada año; sin que exista una continuidad o un gobierno medible en resultados.

 

Ahí está la verdadera motivación que explica, por un lado, las pugnas internas de cada partido político y de las propias coaliciones para asignarse las candidaturas; y las disputas que rebasan las pasiones políticas por dominar el espectro electoral de cada uno de los 125 municipios mexiquenses.

 

Los partidos políticos no están ocupados por la formación de cuadros gobernantes. Su preocupación está en ganar mayor notoriedad electoral, aunque para ello se deba reclutar a los actores políticos que dio origen a nuevas opciones electorales para supuestamente sacarlos del poder, y que terminan por adoptar porque son los liderazgos capaces de hacerlos crecer territorialmente.

 

Los alcaldes terminan ejerciendo cacicazgos nocivos a su favor. Una vez que llegan al poder político, y agotan sus posibilidades de reelección, se empecinan en heredar el poder -para ejercer maximatos locales- a través de las esposas, los hermanos, los hijos, las hijas, o bien, sus más cercanos colaboradores para poder manipular la toma de decisiones al interior de los cabildos.

 

De los diputados -ya sean federales o locales- hay menos profesionalización. El ejercicio del Poder Legislativo se vuelve una toma de decisiones cupulares. La mayoría de los legisladores únicamente se convierte en una moneda de cambio para cada fracción parlamentaria en los mecanismos de negociación política para aprobar leyes o presupuestos según los intereses del partido en el poder.

 

No hay una formación parlamentaria que posibilite diputados más capaces, y con la técnica para formular leyes no sólo desde el diseño jurídico, sino su ejecución presupuestaria. Son contados los casos de diputados ocupados en la creación de leyes, porque existe la mala costumbre de que ser legislador es convertirse en un constructor de clientelas electorales a partir de la llamada gestión social. 

 

Hay quienes ocupan la planeación y creación de leyes para promover su imagen en busca de aspiraciones electorales, y cuando las ambiciones personales resultan fallidas, las iniciativas de ley se echan al cajón del olvido.

 

Esa es la realidad de la reelección de alcaldes y diputados, una mala idea que sólo ha legitimado la ambición por el poder; y ha posibilitado que la clase gobernante permanezca en el ejercicio legislativo o municipal por décadas, bajo las componendas que conceden las burocracias partidistas.

 

La tenebra

El priísmo debe entender que no tiene operadores políticos imprescindibles; y sobre todo cuando no son confiables. Que una semana se sientan con dirigentes del PVEM, y luego buscan limpiarse la
cara, posando con las burocracias del PRI local.

 

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