Toluca, Edomex; 17 de diciembre de 2019.- El gobernador Alfredo Del Mazo enfrenta una profunda disyuntiva. En el primer trimestre del 2020, podría contar con mayores contrapesos -a los ya existentes en la Legislatura estatal y los ayuntamientos-. Tanto el Poder Judicial como el Osfem podrían erigirse en dos emblemas de poder contrarios a su gobierno. No está en riesgo la gobernabilidad de su mandato, pero sí existe la amenaza de tener un gobernador en solitario.
Por un lado, la renovación del presidente del Tribunal Superior de Justicia que podría recaer en manos ajenas al grupo de magistrados que ha dominado el Poder Judicial durante los últimos 40 años; y que ahora, ha visto en el ascenso de Morena al poder, una posibilidad no de cambiar las cosas, pero sí de entregar la estafeta a algún magistrado afín al morenaje.
Lo mismo ocurre en el Órgano Superior de Fiscalización. Siempre bajo la dominancia del priísmo, mediante auditores que servían para legitimar al régimen en curso. Morena apuesta al sobresalto de poner una auditora que convenga a sus intereses y que responda a su mayoría legislativa.
En cualquiera de los casos, Morena podría hacerse de la dominancia tanto del Poder Judicial como del Osfem a partir del año entrante. Bajo dicho escenario, el PRI no está dispuesto a entregar el poder político de ambos, porque quizá ya nunca regrese a sus manos.
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La repulsión social frente a los partidos políticos hace pensar que lo que menos necesita la democracia de este país es crear más partidos políticos. Sin embargo, hacia las elecciones intermedias de 2021, al menos tres nuevas organizaciones podrían aparecer en las boletas electorales. Más allá de crear alternativas ideológicas o sociales, los nuevos institutos sólo serán refugio de los políticos que han renunciado a su militancia en los partidos tradicionales: así de frustrante y de triste para el régimen político del país y del estado.
Los partidos tradicionales, incluido Morena, han confirmado durante el año que concluye, que su toma de decisiones se concentra en élites políticas que se reparten privilegios, candidaturas y presupuesto para el beneficio de sus grupos cupulares. El descontento de algunos sectores ha provocado que surjan otros partidos, que tampoco representan socialmente a nadie y sólo buscan los beneficios de grupo, del que ya habían sido excluidos.
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Uno de los grandes retos con la nueva reforma laboral será la democratización sindical. De esa poco se habla en el Estado de México, quizá porque al interior de las organizaciones gremiales se alimenta la idea del corporativismo. Los líderes sindicales son vitalicios, expresan abiertamente su militancia priísta; y se resisten a renunciar a sus privilegios, y se niegan a la posibilidad de sindicatos independientes que poco a poco les quiten sus cotos de poder político.
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