Toluca, Edomex; 8 de diciembre de 2020.- La relación institucional entre el Estado de México y la Ciudad de México nunca había pasado por un mejor momento. A pesar de tener un origen político distinto, el priísta Alfredo Del Mazo y la morenista Claudia Sheinbaum caminan por rutas paralelas. Comparten proyectos de movilidad y de infraestructura. Y obligados por la emergencia sanitaria han implementado protocolos similares sin pugnas ideológicas ni disputas electoreras. Han sorteado la coyuntura de forma inédita.
El proyecto aeroportuario de Santa Lucía compagina con el aeropuerto Benito Juárez. El tren México – Toluca conectará al Valle de Toluca con la zona poniente de la capital del país. El tren en Chalco potenciará la movilidad de la región oriente de la Ciudad de México. El eventual tren México – Querétaro podría favorecer la movilidad en el poniente del Valle de México. La zona metropolitana de ambas entidades, vista sin disputas políticas ni fronteras geográficas.
Nadie olvida los diferendos entre Montiel y López Obrador: desde el polarizante aeropuerto en Texcoco. Le prosiguieron una disputa de protagonismo entre Peña Nieto y Ebrard plagada de buenas intenciones y pocos proyectos reales. Y en el sexenio pasado, se mantuvo una fría relación entre Eruviel y Mancera. Ahora las condiciones políticas e institucionales se han modificado. El eje conductor por increíble que parezca, es el propio Andrés Manuel de principios del milenio.
En el futurismo político, el delmacismo sólo tiene un propósito: conservar el Estado de México para el régimen priísta. Evitar la entrega del poder ya es una ganancia. Por eso evita conflictos externos con otros actores políticos. Su ascendencia es con el PRI nacional. Lejos quedaron las aspiraciones presidenciales de Montiel, Peña y Eruviel. La malquerencia del priísmo mexiquense impacta en la clase gobernante que hoy despacha en Lerdo 300.
Sheinbaum cumple dos años de gobierno. No es una simple jefa de gobierno; actúa como una integrante más del gabinete. Es una de las cartas fuertes de López Obrador en la sucesión presidencial. Quizá esa circunstancia, es una razón suficiente para que Del Mazo afiance ahí su buena relación política con el morenismo. Alfredo camina hacia 2023, mientras Claudia corre hacia 2024.
Los afectos de Andrés Manuel con el Estado de México se cimientan en su bono de votantes. Tener aquí una red electoral es darle viabilidad a su proyecto de nación por los próximos 8 años. Es aquí, una de las entidades donde López Obrador registra mayores giras de trabajo, y en donde impulsa distintos proyectos de infraestructura que potencien a la zona metropolitana de la Ciudad de México, lugar que forjó su trayectoria a Los Pinos desde hace dos décadas.
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