El mes de septiembre, fecha en que concluye el mandato de Enrique Peña Nieto al frente del Gobierno del Estado de México, será crucial para las definiciones presidenciales de prácticamente todos los partidos políticos. En ese mes, se podrían dar las renuncias del gabinete calderonista –Ernesto Cordero y Alonso Lujambio-, licencias de algunos legisladores –como Manlio Fabio Beltrones y Josefina Vázquez Mota-, y de gobernantes –como Marcelo Ebrard-. Peña Nieto estará libre para la contienda interna del PRI.
En el escenario electoral, Elba Esther Gordillo será clave para definiciones sucesorias. De los precandidatos, sólo hay cuatro que sí se la jugarían con la maestra: Peña, Marcelo, Lujambio y Cordero, en ese orden de preferencia para la líder magisterial. Mientras que ya tiene cuatro frentes de batalla que no quieren nada con ella: López Obrador, Beltrones, Vázquez Mota y Creel, en el mismo orden de animadversión. Si Elba Esther quiere seguir con su poder inconmensurable ya sabe con quién sí, y con quién no.
En el gabinete de Enrique Peña, hay quienes desean repetir en el cargo una vez que asuma el poder Eruviel Ávila Villegas. No obstante, hay otros que sueñan con emigrar al proyecto presidencial de Peña Nieto. Lo cierto es que del plato a la boca se cae la sopa, y si no que les pregunten a quienes hace un sexenio se subieron al barco presidencial del montielismo que acabó en desgracia. Para muestra un botón: Manuel Cadena y Miguel Sámano ya se sentían en Los Pinos, pero en La Marquesa se tuvieron que regresar.
Las maletas del actual gobierno ya están hechas. El año de Hidalgo está por cerrar la cortina. A la fecha sólo quedan dos temas pendientes. El cumplimiento de los famosos “compromisos”, que ya nada más involucran a las secretarías de Comunicaciones, Educación y Salud. Y el último informe de gobierno de Enrique Peña, que está dispuesto para el próximo 5 de septiembre. En adelante, el escenario protagónico ya corresponde a Eruviel Ávila y la conformación de su “gabinetazo”. La cuenta regresiva ha comenzado.
Para el último informe de gobierno, Enrique Peña Nieto quiere demostrar la unidad. Convocar en un mismo evento a Beltrones, Gamboa, Elba Esther, Paco Rojas, Beatriz Paredes, los ex gobernadores: Del Mazo y Chuayffet. Y hace esfuerzos mayúsculos por convocar al ex presidente Carlos Salinas. Sin excluir a los candidatos presidenciales derrotados del priísmo: Francisco Labastida y Roberto Madrazo. El músculo político a prueba de fuego en su despedida.
La gran incógnita es para cuándo y cómo se planea el regreso del ex gobernador Arturo Montiel, quien tras el escándalo de enriquecimiento ilícito y permanecer un sexenio en el oscurantismo, ya prepara su retorno al poder como senador por la vía plurinominal. La figura del montielismo podría significar un lastre para las aspiraciones de Enrique Peña, lo mismo que para el próximo gobierno de Eruviel Ávila. Sin embargo, Montiel viene por la revancha en la política nacional, donde sólo le quedaron dos cargos pendientes de desarrollar: la Presidencia de la República, y desempeñarse como Senador.
No se hagan bolas. El próximo presidente del PRI debería ser del Valle de México, si se considera que la última dirigencia en forma fue la de Ricardo Aguilar, originario del Valle de Toluca. A esa circunstancia se suma que la de Luis Videgaray es un simple interinato. Por ello, las especulaciones apuntan a que el próximo dirigente podría ser alguien de la zona de Texcoco, que tuvo mucho que ver en la nominación de Eruviel Ávila como candidato del PRI a la gubernatura. Se llama Manuel y se apellida Cadena.