Si Eruviel Ávila Villegas o Alejandro Encinas –según sus más recientes acusaciones- rebasaron los topes de gastos de campaña, o mantienen un subejercicio en sus finanzas, en ambos de equipos existe una maquiladora de facturación que permitirá cuadrar las cifras. Es una farsa la serie de imputaciones mutuas. Una tomada de pelo para la ciudadanía testigo del despilfarro económico en cada acto de campaña, en la difusión de los candidatos y lo que falta en 13 días de proselitismo.
Expertos en ingeniería electoral calculan que lo que se gasta en campañas, es apenas el 50 por ciento de lo que representa el costo de una elección. La otra mitad de los recursos se erogan en la movilización de votantes durante la jornada electoral. Y aún cuando alguno de los candidatos rebasara los topes de gastos de campaña, resulta ilusorio pensar en una sanción ejemplar por parte del órgano electoral, cuando lo deseable si alguien infringe la ley en la materia sería que se anule la elección.
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Televisa tiene muy definido a su candidato para el Estado de México. Eruviel Ávila Villegas fue el aspirante que recibió el trato más amable en la serie de entrevistas que presentó la semana pasada Joaquín López Dóriga. A Bravo Mena lo arrinconó, le dijo que era un candidato abandonado, que jugaba en solitario y destinado a la derrota. Sobre Encinas le cuestionó su cercanía con López Obrador, y el plantón en Paseo de la Reforma tras el conflicto post electoral de 2006.
A Eruviel Ávila le permitió aclarar el asunto de la tenencia vehicular, su relación con Enrique Peña Nieto, y sus gastos de campaña. Omitió preguntarle sus vínculos con el ex gobernador Arturo Montiel, el mismo que fue defenestrado de su aspiración presidencial hace casi un sexenio por el linchamiento mediático que Televisa emprendió en su contra. De ahí, se entiende que Eruviel Ávila haya declinado asistir a una entrevista con Brozo hace un par de semanas.
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Ernesto Cordero está siendo el blanco de los priístas. Aunque saben que en la popularidad electoral ocupa los últimos lugares, les causa enojo, incomodidad y recelo que en tan poco tiempo el secretario de Hacienda haya tenido ya cercanía con el rector de la UNAM, José Narro. Le reprochan el buen trato que prodigó hacia Cordero. Recriminan que Televisa le dedique tanto espacio a sus actividades – a veces tan intrascendentes – del delfín calderonista para la sucesión presidencial de 2012. Ven la paja en el ojo ajeno, pero no la viga en el propio.
El rechazo de Enrique Peña a debatir con Ernesto Cordero no es casual. La estrategia del equipo de Peña Nieto es igual a la de Eruviel Ávila hoy candidato a gobernador. Evitar la exposición al riesgo, al debate, a la exhibición pública, y al descenso electoral en las encuestas. Si Peña fuese candidato del PRI, anote usted, su rotundo rechazo a acudir a debates con los demás contendientes. El que reconoce sus debilidades, puede administrar mejor sus riesgos y costos políticos.