La otra lectura del equipo de transición de Enrique Peña Nieto pasa más por los ausentes que por quienes ya están subidos en el barco del próximo gobierno federal. El ex gobernador César Camacho Quiroz primero fue mencionado prospecto a la PGR, luego en otros canales se le nombró como responsable del área de transparencia, y en el último intento como redactor del Plan Nacional de Desarrollo. Hasta ayer el ex mandatario quedó fuera de todos los planes.
Otro caso emblemático es Jesús Murillo Karam, quien busca desmarcarse de la Presidencia de la Mesa Directiva en San Lázaro. El ex gobernador de Hidalgo aspira a la secretaría de Gobernación o a la Procuraduría General de la República. Sin embargo, por el momento coyuntural parece que Murillo deberá pasar los próximos tres años en su curul, y esperar que las aguas corran a su favor para la segunda mitad del sexenio. En la presentación de ayer también fue excluido.
No menos importante es la ausencia de Benito Neme Sastré, el compadre de Peña Nieto y hermano de Salvador Neme. El coordinador jurídico de la campaña del priísta tampoco apareció en los nombramientos de la transición. El tabasqueño ha operado fuerte en los últimos meses y sería casi impensable que no sea incluido en el gabinete presidencial del mexiquense. Mientras tanto su hermano Salvador pasa por una etapa oscura en la Secretaría de Seguridad Ciudadana en la entidad.
Al menos tres hombres cercanísimos a Enrique Peña forman parte de su staff, pero no fueron anunciados para la transición. Héctor Velasco, Roberto Padilla y Jesús Alcántara no figuraron en las designaciones hechas por el ex mandatario estatal, aunque los que saben, aseguran, que los antes mencionados ya tienen su lugar reservado en Los Pinos y ni falta hace que se les haya designado en alguna posición clave. O lo que es lo mismo, es mejor no moverlos para que salgan en la foto.
Ricardo Aguilar Castillo, ex precandidato a la gubernatura mexiquense y amigo personal de Enrique Peña, permanece distanciado del primer círculo del Presidente electo al que antes perteneció. Defenestrado del Estado de México, el ex dirigente del PRI local, no se menciona siquiera en las posibilidades del gabinete peñista y se encuentra aislado del equipo de transición.
Muy mala señal para los círculos de la cultura se recibieron de Enrique Peña. Ningún coordinador del equipo de transición fue asignado a atender los asuntos culturales del país. Mientras que en el sector de las telecomunicaciones, tan necesitado de reglas claras, de evitar usos políticos y de una profunda apertura a la competitividad también se quedó acéfalo por la falta de un nombramiento en la materia. Con esos claroscuros arranca el regreso del PRI a Los Pinos.