Toluca, Edomex; 31 de marzo de 2021.- El norte del Estado de México tiene una enorme carga simbólica para la clase política priísta. Eso podría explicar la presión que, de último momento, está ejerciendo la dirigencia estatal del tricolor para mantener su dominancia incluso dentro de su alianza con PAN y PRD.
El mayor desafío del PRI es recuperar terreno perdido tras la elección de gobernador de 2017 y la presidencial de 2018. Sin embargo, todos los escenarios posibles ponen con ventaja a Morena para ratificar por tercera elección consecutiva como la primera fuerza electoral de la entidad mexiquense.
Ahora bien, el Valle de México parece una hazaña imposible para el PRI. Y en la zona oriente se advierte inevitable el avance que pueda tener Morena en municipios hoy dominados por priístas o perredistas. Frente a un escenario tan complejo, el tricolor decidió ir en alianza con sus rivales históricos con la puesta mira en afianzar la zona norte y la región sur para sus propósitos electorales.
La zona norte resulta peculiar por al menos tres elementos: ahí se concentra el “voto verde”, identificado con las regiones rurales y electores campesinos, cuyas estructuras siempre han sido parte sustancial del voto duro priísta mexiquense.
Otro factor a considerar, es que son los municipios del norte, de donde son originarios gran parte de la clase gobernante: Atlacomulco, Acambay, Aculco, Ixtlahuaca, Jocotitlán, El Oro, San Felipe del Progreso y Jilotepec, han sido y son parte esencial de las élites políticas autonombradas como Grupo Atlacomulco.
Es decir, ahí se concentra el principal activo priísta, tanto entre sus liderazgos políticos y gobernantes como entre su base militante. Y eso conlleva al tercer factor, pues para pensar en 2023, el PRI requiere de confirmar que sus élites gobernantes tienen la capacidad para mantener el poder en su origen político.
Cualquier ajuste posible dentro de la alianza electoral PRI, PAN y PRD deberá resolverse esta misma semana, con el objetivo de ajustar los bloques de competitividad, construir las planillas municipales y establecer consensos al interior de cada partido político. Con el tiempo encima, apenas les dará tiempo para modificar lo necesario y registrar a sus candidatos dentro de dos semanas.
En el entramado de los últimos meses, los acuerdos de la alianza entre PRI, PAN y PRD ha dejado una lección: las negociaciones son realizadas por los dirigentes estatales Alejandra del Moral y Jorge Inzunza, aunque la toma de decisiones de cada partido se asume en mesas externas.
A propósito de dirigentes, el perredista Cristian Campuzano ha sido reclutado por la corriente Nueva Izquierda que encabeza Jesús Zambrano, cuya tribu había quedado fragmentada en el Estado de México tras la salida de Javier Salinas Narváez. Los Chuchos se fortalecen hacia las elecciones mexiquenses.
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