Ayer, los candidatos presidenciales Enrique Peña Nieto y Andrés Manuel López Obrador sostuvieron reuniones con la Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior. Aunque parecía una convocatoria con “dados cargados”, al final ambos abanderados contaron con simpatías políticas en el pleno de dicha agrupación, lo que les permitió sentirse arropados mientras presentaban sus propuestas en materia de educación media superior y superior. El resultado final se calificó de empate.
López Obrador, primero en presentarse ante la ANUIES, contó con el apapacho de José Narro Robles –rector de la UNAM-, al igual que de Juan Ramón de la Fuente –el posible secretario de Educación, -si el tabasqueño gana la elección del 1 de julio-. En días pasados, Narro respaldó la manifestación de estudiantes de la Ibero contra Peña, al señalar que prefería una juventud participativa que sumida en la desesperanza. La declaración de Narro fue tomada como una afrenta en el equipo de Peña Nieto.
El secretario general de la ANUIES, el infaltable Rafael López Castañares dio su voto de confianza a Enrique Peña Nieto. Para el ex rector de la UAEMex, López Castañares fue inevitable mostrar su lado priísta y su añoranza como mexiquense. Rafa, como le dicen sus amigos, fue rector de la Máxima Casa de Estudios del estado, en los tiempos que Arturo Montiel era gobernador, y buscaba ser candidato del PRI a la Presidencia de México, y la Universidad Estatal le otorgó entonces el Doctorado Honoris Causa.
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Algo muy grave ocurre en el equipo de Josefina Vázquez Mota. Pese a ser la candidata del partido en el gobierno, su campaña no enciende, y muy por el contrario, cada vez son más las encuestas que la muestran desfondada en un tercer lugar. Sus declaraciones, sus propuestas y sus spots no hacen empatía con el electorado, y su equipo de campaña cada vez se encuentra más desarticulado. Su condición de mujer es poco explotada en su discurso, su nicho eran los empresarios, que ya han empezado a abandonar el barco.
No obstante, para el PAN en el Estado de México no todo está perdido. El derroche de recursos económicos se empezó a sentir este fin de semana en municipios como Naucalpan, Tlalnepantla, Atizapán y Huixquilucan. El panismo está entusiasmado con la idea de recuperar parte del corredor azul, aunque no precisamente por su trabajo político, sino por el desaseo de gobierno que ha generado en PRI en esos municipios. A eso se suma, las fracturas internas, y una sobrada confianza de la dirigencia estatal.
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El decálogo presentado ayer por Enrique Peña Nieto para construir una presidencia democrática suena como una ruta de grandes libertades, que de lograrse pondrá al país en otro nivel de acceso a la información y de formación de opinión pública. Quienes más pudieran aplaudir el esfuerzo presentado por el priísta son los medios de comunicación, su lucha por la libertad de expresión, y la necesidad de regular la asignación de publicidad oficial de los gobiernos. Lo único malo, dicen, es que el decálogo no se firmó ante notario público, y quizá sólo quede como un manual de buenas intenciones. Lástima Margarito!