Cosa de días para que Carlos Iriarte Mercado abandone la representación del PRI ante el Instituto Electoral del Estado de México. El ex director de la Policía Estatal ya tiene listas sus maletas para irse a Huixquilucan a hacer campaña por la tan anhelada presidencia municipal. La competencia no será un día de campó, sobre todo porque la militancia observa como un agravio que todos los candidatos –alcalde y diputados- sean originarios de la zona residencial, cuando el voto duro se encuentra en las zonas tradicional y popular del municipio, y que son relegados de esa posibilidad.
No menos importante, será ver que tanto entendimiento alcanzan en campaña Iriarte y Juan Millán –ex secretario del ayuntamiento y candidato a diputado local-. Ambos llegaron a la recta final por la búsqueda de la alcaldía. Iriarte le ganó la partida al delfín político de Alfredo del Mazo, y en esa lista de agravios fue mucho el golpeteo interno, y muy poca la operación cicatriz. Entre los grupos políticos existen rencores no sanados, que pudieran llevar al voto diferenciado entre las estructuras de cada uno de los candidatos. En medio la sospecha del triunfo en julio próximo.
En medio de la encrucijada, se encuentra el candidato a diputado federal, Fernando Maldonado, quien fue durante dos sexenios secretario de transporte y del trabajo. Su principal problema es la falta de arraigo entre los huixquiluquenses. A esa circunstancia se suma, que el distrito electoral por el que compite, incluye regiones en focos amarillos para el PRI como es el caso de Lerma, Xonacatlán y Jilotzingo –donde la izquierda parece haber encontrado fórmulas para complicarle la elección al PRI-. Maldonado no tiene un cheque en blanco, ni asegurada su curul en San Lázaro.
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En Toluca, el PRI ya también ha encendido focos de alerta. En el caso específico del distrito I, donde radica el famoso grupo Capultitlán, el más robusto para el panismo, y donde las estructuras blanquiazules han comenzado un fuerte trabajo de clientelismo electoral. El aterrizaje de programas sociales, aunado a candidatos débiles del PRI, le dan al PAN la ventaja en la intención del voto. Si el panismo sabe aprovechar esa ventaja, y sacar una buena cosecha de votos, puede soñar no sólo con las diputaciones locales, sino incluso con arrebatarle la presidencia municipal.
La desventaja del PRI en ese distrito electoral no es nueva. Desde que María Elena Barrera había sido postulada como candidata a diputada federal, el equipo de Peña Nieto midió el riesgo, y por eso la había colocado en la lista plurinominal rumbo a San Lázaro, que derivó en que hoy sea candidata al Senado, y evitar mayores sorpresas. A pesar de que Alberto Curi sabe de la amenaza panista en la región sur de la capital mexiquense, no aprendió la lección de la derrota electoral de hace 12 años, y sigue haciendo campaña igual, tapizando bardas, sin mucho sentido ni razón.
Donde las cosas parecen no tener complicación, es la zona norte de Toluca. Las candidaturas de los profesores Fernando Zamora y Héctor Hernández parecen resueltas, dada las estructuras priístas y la ayuda del magisterio estatal en la región. La única complicación que enfrentan ambos, son sus diferencias personales, sembradas desde la lucha por el poder sindical que libraron desde que abandonaron su liderazgo magisterial y decidieron convertirse en políticos. Martha Hilda, candidata a la alcaldía, está obligada a poner orden en casa si realmente sueña con el triunfo.