Toluca, Edomex; 26 de
agosto de 2025.- Fernando Díaz Juárez rendirá su informe de actividades de ocho
meses al frente del Poder Judicial del Estado de México. Sólo cubrió una etapa
transicional para legitimar la reforma y la elección judicial en la entidad. Para
su egoteca personal quedará como un anecdotario breve. Es imposible pensar que
la justicia ha mejorado en ese corto tiempo. Hay nuevos jueces y magistrados
surgidos de un proceso tan inédito como cuestionado. En sólo unos cuantos de
días entrarán en funciones.
Quienes afrontan la cotidianidad
de los juzgados de cualquier materia, deben padecer procesos largos, tediosos y
burocráticos. Una realidad que se topa con la toga y el birrete de quienes
despachan en la burbuja de poder. Y hoy presentarán una parafernalia que parece
generada con IA. Ahí donde se crea más burocracia. La reforma judicial ha construido
una enorme expectativa para el cambio de titular que ocurrirá en un plazo de
diez días. Los resultados no serán inmediatos, pero al menos tiene dos votos:
el social y el de confianza.
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La escisión se advierte
inevitable. Las élites panistas pretenden rebelarse en contra de Enrique
Vargas, quien se creía líder único del partido en el estado. La comunión se ha
resquebrajado. No en todos los municipios habrá candidaturas de unidad para la
renovación de sus comités municipales, cuya elección iniciará el fin de semana.
El desgaste de liderazgo es tangible e irrefrenable.
Entre las corrientes
internas, el grupo político de Anuar Azar podría salir fortalecido, si la
operación electoral resulta positiva. El PAN está en una coyuntura ideal que no
puede ni debe reducirse a Huixquilucan. Exalcaldes y exdiputados lastimados por
el senador por los votos priístas, lo reconocen. El panismo necesita mostrarse
como oposición, y no como comparsa del gobierno estatal, sólo por conveniencia
de los Vargas – Contreras.
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¿A quién beneficia
revivir un video de la iconoclasia ejercida en la cabeza de Adolfo López Mateos
situada en la parte más alta de Ciudad Universitaria? La escucha activa a la
que tanto se comprometen los universitarios, autoridades o no, debería
transitar por comprender que la criminalización no sólo es institucional. Ésta también
se ejerce de manera mediática y simbólica. El movimiento universitario les fue
útil para tirar a Eréndira Fierro. Se indignaron por el audio de las arcas
vacías. Aplaudieron cuando las reformas estatutarias y la elección universitaria
jugó a su favor. Ahora, el paro estudiantil ya les estorba y les urge disuadirlo,
mediante cualquier argucia legal o presión social.
Ya solo les falta
resurgir aquella idea de algún exrector que pretendía nombrar a la UAEMex como
Adolfo López Mateos. La misma estrategia -o quizá el mismo estratega- que se usó
para deslegitimar el movimiento universitario del 2020. Y sí la premisa se
confirma, no se habrá avanzado nada. Habremos regresado cuatro años en el
tiempo. El del barrerismo, pero de Alfredo.