Toluca, Edomex. 26 de junio de 2018.- El escenario de la elección presidencial puede replicarse en el Estado de México. En dos de los últimos tres comicios presidenciales, el priísmo sucumbió frente al voto de castigo, y ni siquiera la movilización de las estructuras lo salvaron de la debacle. Con un horizonte poco alentador, el PRI asiste a las urnas con la gran amenaza de que pueda resultar la peor elección en la historia del priísmo mexiquense. El Grupo Atlacomulco se alista para un contexto devastador.
En el año 2000, el efecto Fox catapultó al panismo como primera fuerza política en el Estado. Logró colocar de entrada 29 diputados locales, y ganar municipios históricamente priístas como Toluca, Metepec, Almoloya de Juárez, Zinacantepec y Ecatepec; además de retener en ese momento, algunos municipios como Tlalnepantla, Naucalpan y Cuautitlán Izcalli. El PAN consiguió para su causa los dos senadores de mayoría.
El priísmo logró restablecer su hegemonía en la elección intermedia de 2003 y la de gobernador de 2005.
Seis años más tarde, el efecto AMLO impuso al PRD como primera fuerza. El PRD tuvo dos senadores de mayoría; y el PAN alcanzó el de primera minoría. Aunque el PRI de Montiel, había modificado la elección local para marzo de ese mismo año, el perredismo logró victorias históricas como Ecatepec. El PRI cayó en desgracia con apenas 56 alcaldías ganadas, y un desastroso tercer lugar en los comicios presidenciales.
Hacia 2009, la reconstrucción priísta era una realidad y desde ahí construyó los triunfos electorales de Eruviel Ávila en 2011, con 3 millones de votos, y de Enrique Peña en la elección presidencial de 2012.
Hace seis años, el efecto Peña Nieto inundó las urnas a favor del PRI. El partido en el poder ratificó su recuperación electoral de 2009, y alcanzó la victoria en Toluca, Metepec, Cuautitlán Izcalli, Naucalpan, Tlalnepantla, y por supuesto Ecatepec. El Grupo Atlacomulco arribó a Los Pinos, y desde entonces la pérdida de votos del priísmo a nivel nacional ha sido sistemática. En 2015, retuvo alrededor de 92 municipios. El año pasado, arañó un triunfo electoral derivado de la suma de sufragios con sus aliados electorales, para situar a Alfredo del Mazo como ganador de la contienda de gobernador.
El próximo domingo, se anticipa otro efecto AMLO, y un priísmo con la peor afrenta electoral de su historia. El presidente Peña Nieto con altísimos índices de desaprobación, se ha convertido en la mayor carga negativa. Prevalece además una operación partidista deficiente. Los escenarios más halagadores establecen que el priísmo no ganará más de 50 municipios, y en su caso tendrá 24 diputados locales. Logrará colocarse como la segunda fuerza electoral, pero con el riesgo de desfondarse hasta el tercer sitio en la elección de senadores.
Por más desalentador que sea el escenario electoral del próximo domingo, el PRI no se acongoja. Tendrá gobernador priísta hasta el 2022. Y mientras tanto, en la elección de 2021 habrá tiempo de la reconstrucción, y probablemente de retener la gubernatura por otros seis años. Al fin y al cabo, sus estructuras se mantienen firmes pese a la derrota y pese al hartazgo.
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