Las cosas parecen haberse decantado a favor de Pablo Bedolla en Ecatepec; mientras que en Nezahualcóyotl la ungida será la legisladora local Martha Angón. Adiós a Alfredo Torres Huitrón –otro que le apostaba a la dinastía-; y también fuera quedó María José Alcalá. El PRI carpintero “clava y desclava” candidatos ante las presiones de los diversos grupos políticos, y de las elites que representan los ex gobernadores. Aquí nadie debe olvidarse de Montiel, Chuayffet y Del Mazo, pues son quienes jugarán sus piezas según sus afectos e intereses de grupo. Por eso en el PRI, al igual que en el fútbol, el último minuto también tiene sesenta segundos.
Al gran elector parece que el ungimiento de candidatos se le salió de las manos. Rebasado por sus limitaciones políticas, en la selección de abanderados ha sido desplazado por los grupos de poder que conviven en la entidad. Nadie cree en los compromisos asumidos en la víspera de las decisiones electorales. El pago de facturas se colapsa ante la indefinición y la incertidumbre. Hasta no verse con su ficha de registro y en la fecha fijada por el partido, los candidatos pueden sentirse seguros. Antes son tan vulnerables como los candados de la convocatoria priísta. La fractura del partido toca a la puerta, y la unidad puede colapsar en los próximos días.
En medio de los jaloneos por definir las candidaturas por las alcaldías y diputaciones locales, en el PRI del Estado de México no se debe perder de vista las costumbres dinásticas. Heberto Barrera Fortoul, sobrino de Heberto Barrera, parece muy fortalecido para convertirse en abanderado para la alcaldía de Villa del Carbón. En tanto, que David López Cárdenas – actual regidor de Metepec e hijo de David López vocero de Enrique Peña- se apuntala como candidato a la diputación local con cabecera en Metepec. Otro que puede colarse es Sergio Mancilla Zayas –hijo de Sergio Mancilla Guzmán- cuya aspiración por la alcaldía de Naucalpan parece tambalearse.
A propósito de Naucalpan, en las filas panistas se enfila la seria posibilidad de postular una candidata. La encrucijada se encuentra entre Angélica Moya Marín, quien ya fue alcaldesa de dicho municipio, y pertenece al grupo de Luis Felipe Bravo Mena. Y en la acera de enfrente se ubica María Elena Pérez de Tejada, la actual diputada federal, muy cercana a Margarita Zavala –esposa de Calderón-. Ayer, Mariela, como le dicen sus allegados sumó la alianza política de Paco Gárate, un panista de cepa, que luchará por una diputación local por el distrito 30 en Naucalpan.
El Estado de México es una prioridad para el panismo. Si pretenden dar la lucha al peñismo, deberán recuperar para su causa al menos Naucalpan, Tlalnepantla, Atizapán, Cuautitlán Izcalli y Toluca. El programa Oportunidades ha censado a miles y miles de personas que pueden significar votos en los meses por delante. A la práctica clientelar habrá que sumar el desastre de muchas administraciones municipales en manos del PRI. Y por supuesto, la pésima selección de los candidatos priístas para retener el poder político. La misión es compleja para ambas partes.
El que anda imparable es el presidente Felipe Calderón. Ayer rindió un informe, con tufo electoral, para hacer un balance de su sexenio, cuando faltan ocho meses para entregar las riendas del país. El evento no fue casual, se trataba del último acto –antes de que le sea impuesta la veda electoral- para promocionar a su gobierno. En el país que Felipe imagina que existe, la cruenta violencia no es su responsabilidad, los pretextos sobran para justificar el desempleo, la pobreza, el analfabetismo, y presumir magras cifras de su mandato. Fue el adiós anticipado de Calderón.
