Toluca, Edomex. 23 de octubre de 2015.- La anulación de los comicios en Colima representa un gran descalabro para el mapa político – electoral del presidente Enrique Peña y enciende una alarma frente al próximo años cuando se renovarán 12 gubernaturas, en las que se prevé que en unos 8 estados podrían formarse alianzas opositoras entre el PAN – PRD para arrebatarle el poder al PRI. El principal temor del mexiquense está de regreso de forma cíclica, tal como ocurrió en 2010, y que llevó a un escenario inédito en la víspera de la renovación por la gubernatura mexiquense.
El arrebato en la mesa del triunfo electoral priísta da muestra de las peores prácticas clientelares, frente a una elección de Estado orquestada en Colima para ganar al margen de la ley. No es un buen síntoma, que diez días antes de su toma de protesta, Ignacio Peralta haya perdido la posibilidad de ser gobernador. El golpe demoledor impacta particularmente al secretario de Hacienda, Luis Videgaray, impulsor de la carrera política de Peralta, en tanto que la imposición de su candidatura desde el centro siempre representó una afrenta para los grupos locales de la élite de poder.
Un factor de consecuencias inconmensurables, es lo que el próximo año electoral puede tener en el Estado de México, por ser la tierra natal de Peña Nieto. En la fórmula que ya construyen desde ahora PAN y PRD, está generar un escenario de equilibrios frente al PRI de cara a la elección presidencial de 2018. En lo que hace al Estado de México, se busca construir condiciones para volverse competitivos en el principal bastión priísta, el emblema de la hegemonía tricolor donde no se conoce la alternancia en la gubernatura, y principal semillero de votos a nivel nacional. Esa es la importancia del Estado de México y desde ahora se trabaja para estar en posibilidad de ganar.
Paradójicamente, Eruviel Ávila obtuvo la candidatura priísta a la gubernatura hace ya casi cinco años, producto de la amenaza de ser el abanderado de una alianza opositora. A la vuelta del sexenio, deberá evitar ese mismo riesgo para lograr la permanencia del PRI en la gubernatura y garantizar su futuro político. El proyecto personal de Ávila transita por entregar el poder a otro priísta, con independencia de si se trata de un personaje ajeno a su grupo político. En adelante, el ecatepense podrá fijarse el siguiente paso que se posiciona como techo mínimo buscar alguna senaduría en el 2018.
No es casualidad que el tema de los próximos meses sea la renovación de las dirigencias estatales en el PAN, el PRD y hasta Morena. La oposición desde ahora ha comenzado a jugar sus piezas por el control interno de sus estructuras partidistas. El principal reto, particularmente entre PAN y PRD, es atemperar las fracturas entre grupos de poder, que posibiliten escenarios de cohesión en un futuro. Morena está claro que jugará en solitario, en una prospectiva por acrecentar su posicionamiento en la entidad.
El PRI, por la estructura electoral que le atañe, ya va un paso adelante. Más allá de su dirigencia estatal, desde ahora ya tiene una baraja de candidatos que se mueve internamente para lograr el ungimiento en un plazo de 18 meses aproximadamente. El reto por ahora, es dimensionar la capacidad electoral que tendrán panistas y perredistas en los comicios del año entrante, y las condiciones en que el PRI los combatirá en alianza o por separado. Desde ahí, muchos precandidatos a la gubernatura mexiquense medirán sus posibilidades para seguir en la carrera o abandonarla.
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