Las precampañas electorales concluyeron. La pesadilla para Enrique Peña Nieto que comenzó en el mes de diciembre, y que le costó alrededor de 8 puntos en las preferencias electorales ha finalizado. El periodo de intercampañas tendrá amplio beneficio para la causa del mexiquense, quien tendrá la oportunidad de reencauzar la estrategia electoral, pues si bien es harto complejo recuperar los puntos perdidos, lo que debe estar en el panorama del originario de Atlacomulco es detener la debacle. Si logra mantenerse en los 40 puntos al mes de mayo, se habrá blindado lo suficiente frente a los ataques del gobierno federal y la campaña panista.
El principal problema que enfrentará Enrique Peña Nieto de aquí a que inician las campañas electorales no es el silencio obligado y el encierro voluntario para evitar proselitismo. El enemigo duerme en casa, ante la grilla interna en la que parecen deshacerse los equipos internos que se han conformado en el círculo rojo de Peña Nieto. El control absoluto que pretende ejercer Luis Videgaray lo ha conflictuado con otros colaboradores como David López y Erwin Lino. En la medida que Peña Nieto ponga orden entre su equipo de campaña, las cosas podrán ir mejor, de lo contrario, la fractura podría ser el corolario de su estrategia electoral.
El PANAL y el PVEM han avanzado sustancialmente en la negociación de una alianza electoral de cara a los comicios locales de julio próximo. Eso no implica que el PANAL se vuelque a favor del priísta Enrique Peña, ni siquiera en el Estado de México. El voto diferenciado es la especialidad de Elba Esther Gordillo, quien en 2006 inclinó la balanza para conservar su registro como partido político e impulsar una diferencia de 250 mil votos que permitieron ganar a Felipe Calderón sobre el puntero y favorito de aquella contienda electoral, el perredista Andrés Manuel López Obrador. Es ahí donde la maestra hace diferencia por su alquimia electoral en contiendas cerradas.
Gabriel Quadri fue presentado como candidato del PANAL a la Presidencia de la República. Su función primaria será denostar a Andrés Manuel López Obrador, tercer lugar de las encuestas electorales. Con ello, lo que busca el equipo de Gordillo, es quitarle puntos al perredista, y acumular unos cuantos para el PANAL y asegurar su registro, pero sobre todo propiciar que la contienda sea cerrada entre Enrique Peña y Josefina Vázquez Mota. Si las intenciones electorales se limitan a menos de 5 puntos porcentuales en el mes de mayo o junio, la negociación de la maestra puede ser altamente efectiva pero sobre todo rentable, y vendible para el mejor postor.
Las cosas en el panismo mexiquense son por demás desalentadoras. Mientras en el discurso se le prometen 3 millones de sufragios a Josefina Vázquez Mota, en los hechos, el panismo toluqueño –por ejemplo- anda en busca de una alianza opositora PAN-PRI, para contender por la alcaldía de la capital mexiquense. Es ahí donde los números electorales del panismo se topan con pared, pese a las encuestas presidenciales que marcan una tendencia a la alza a favor de la abanderada panista. La guerra del Estado de México será contracorriente, sobre todo porque es de este bastión, de donde Enrique Peña pretende obtener un cuarto de los votos para ganar la elección.
Y para el PRD, las cosas pintan mucho peor. Las tribus están por comenzar una lucha intestina por las candidaturas locales. Pese a lo complicado que será competir frente a Peña Nieto, en su tierra de origen, los perredistas buscan ser parte de las fórmulas para los Ayuntamientos. Algunos grupos de poder se disputan no ser candidatos a alcaldes, sino a regidores, donde aun perdiendo pueden ser parte de los cuerpos edilicios. Es decir, no obstante que perdieron el cinturón amarillo en el oriente de la entidad, habrá que agregar una división mayúscula en el frente de izquierdas por la guerra de posiciones, y lo difícil de la elección se convierte en imposible.