El Partido Revolucionario Institucional otorgó tres candidaturas a diputados federales a su aliado el PVEM. Las posiciones de entrada recaerán en un priísta y un ex panista que tendrán garantizada su entrada a San Lázaro de ganar los comicios del próximo mes de julio. El pacto aliancista establece que de los 40 distritos electorales que conforman el Estado de México, los «ecologistas» llevarán mano en los distritos 1, 15 y 17. El acuerdo electoral contempla que la alianza PRI – PVEM postulará candidatos a diputados federales en 199 distritos a nivel país, de los cuales 43 serán del PVEM, aunque en algunos casos surgidos del PRI y hasta del PAN.
En el 1, con cabecera en Jilotepec, se da como un hecho la postulación de Miguel Sámano Peralta, el ex secretario particular de Arturo Montiel, hoy legislador plurinominal del PVEM. Mientras que en el distrito 15, que en 2009 ganó el PAN, la fórmula ecologista será postular a Marco Antonio Rodríguez Hurtado, ex alcalde de Tlalnepantla que renunció al panismo en 2009, actualmente es diputado suplente del ecologista – priísta Francisco Funtanet Mange. Ambos serán los cuadros surgidos del PRI y del PAN que se enfundarán de verdes para competir en los comicios próximos. El otro distrito, el 17, tiene cabecera en Ecatepec, municipio de origen de gobernador Eruviel Ávila, y él lleva mano en esa nominación.
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La visita de Enrique Peña Nieto a Culiacán, Sinaloa, a una semana del rompimiento electoral con el Partido Nueva Alianza, pone de manifiesto que parte de la ruptura fue por la oposición priísta a cerderle espacios de privilegio a Elba Esther Gordillo. En la víspera de que se anunciara la fractura entre Gordillo y Peña Nieto, el aspirante presidencial priísta se vio forzado a cancelar una gira por Sinaloa, donde estaba cantada la candidatura de Fernando González, yerno de la maestra. Muerto el perro, parece que se acabó la rabia, y ahora Peña fue a pedir la unidad en un estado marcado por las animadversiones entre los grupos políticos de la entidad.
Sin embargo, en Sinaloa, Peña trae consigo un profundo conflicto de intereses que hace dos años le dio la victoria a la alianza electoral entre el PAN y el PRD. Por un lado, la disputa del poder que encabeza el senador y ex candidato presidencial Francisco Labastida -que daba su apoyo a Mario López Valdés, actual gobernador del estado-; y por otra parte, Jesús Aguilar Padilla -ex gobernador- que aliado a David López Gutiérrez -vocero de Peña Nieto- dieron su apoyo a Jesús Vizcarra que salió derrotado en las urnas. La circunstancia no es fácil para el priísmo que depende mucho de sus estructuras partidistas, frente a las fisuras internas que parecen no tener fin.
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Muchos priístas respiraron profundo, luego de leer las declaraciones de Maude Versini, otorgadas a la revista Proceso, donde asegura que no ventilará asuntos relacionados con los gobiernos de Arturo Montiel y Enrique Peña Nieto. La francesa expone que su único interés es recuperar la patria potestad de sus hijos. Sin embargo, en un ambiente electoral y en víspera de guerra sucia, preocupante debe ser para el priísmo y su aspirante presidencial que se ventilen «argucias legales» construidas por Montiel para retener a sus hijos contra la voluntad de su madre. Quien no quiera ver el riesgo, es como minimizar el olvido de los libros en la FIL de Guadalajara.
La vida privada y los escándalos del círculo cercanos serán la recurrente amenaza de la campaña electoral que está por venir. Hace seis años fueron los Bejarano y sus «ligas»; los Montiel y su riqueza patrimonial; Madrazo y sus pleitos con Elba Esther; los Fox y los Bribiesca al amparo de la impunidad. Y muchos de esos muertitos están a punto de revivir, porque en seis años, o son los mismos candidatos, y son parientes, o delfines políticos de quienes hace ya un sexenio fracasaron en su intento electoral. La lucha del poder por el poder está en plenitud, y no hay peor ciego que el que no quiere ver.
